¡Playa!, el deseo de Suárez Inda luego de aguantar
07 de noviembre de 2016
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8:00
Rebeca Hernández Marín/Quadratín
MORELIA, Mich., 7 de noviembre de 2016.- Lo que más desea el cardenal Alberto Suárez Inda es irse de vacaciones ¡a la playa, a Ixtapa!, pero tendrá que esperar por lo menos dos meses más, hasta que entregue a su sucesor en la diócesis de Morelia, Carlos Garfias Merlos, ese territorio de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana que ha administrado durante 22 años.
Estos dos últimos meses de 2016 serán intensos para el cardenal porque debe preparar la entrega de la diócesis, lo cual implica preparar inventarios de los bienes, tanto los del Gobierno Federal que tienen en usufructo como los propios, los adquiridos a partir de 1993 cuando las iglesias tuvieron personalidad jurídica.
Le preocupan los directorios como el de las mil 100 religiosas dispersas en comunidades de todo el estado; las que están recluidas en los 15 monasterios de vida consagrada, pero sobre todo los recursos para el sostenimiento del Seminario, porque cada discípulo requiere de la diócesis, al menos siete mil pesos mensuales, que sólo Dios sabe de dónde salen porque la gente no está acostumbrada a ayudar.
Además tiene que mudarse de casa y, a sus 78 años, se da cuenta de que no tiene apego a los bienes materiales, ni a un departamento o a un metro de tierra para yacer, pero la parroquia de la colonia Vasco de Quiroga ya le ofreció un espacio a donde cambiarse cuando llegue el nuevo inquilino de la casa diocesana.
Luego de enero, cuando finiquite sus compromisos con El Vaticano, quisiera leer y escribir todo lo que no ha podido durante su vida como dirigente de una de las iglesias más poderosas del mundo, pero sus ojos están cansados, por lo que seguramente escuchará música y disfrutará a su familia.
Lo único que tiene claro, por el momento, es que es sacerdote, arzobispo, cardenal, asesor del Papa y posible partícipe en un cónclave cardenalicio, los cuales se dan para elegir al sucesor de Pedro.
Hoy todavía es un influyente jerarca católico, pero en unos meses pasará a la sombra, se hará a un lado porque hace suyo el dicho popular: “mucho ayuda el que no estorba”. Y así lo cuenta él, con desenfado y con alegría, luego de tres años de haber estado insistiendo en su retiro, pero el Papa le decía: “Aguante, aguante”.
