Con Trump, la vida sigue igual/Mateo Calvillo Paz
El presidente de Estados unidos no es dios, un dios destructor, México, con sus emigrados debe encontrar los caminos para construir una vida digna.
Hay que salir pronto de la sorpresa. La victoria de Trump parece una pesadilla, de un mundo kafkiano. Hay decisiones de los hombres que no se comprenden, como la de los votantes que eligen un personaje escandaloso y peligroso.
Parece que el poder de las tinieblas interviene con acciones que sorprenden. ¿Quién movió a los electores?
El sentir de los ciudadanos, de acuerdo a las encuestas, iba en otro sentido. El resultado es incomprensible, como fue para muchos la elección de Peña Nieto. ¿Es la búsqueda de la alternancia? l hartazgo contra la clase política.
Ha mostrado la falta de una personalidad madura, coherente con valores. Ha mostrado una vida inmoral, en sus relaciones con el sexo femenino, en el cumplimiento deshonesto de sus obligaciones fiscales. Ni siquiera fineza y cortesía mostró en los debates
Un sector del pueblo estadunidense se identifica con Trump soberbio, ambicioso, dominador, se creen los dueños del mundo.
Es el viejo poder de las tinieblas en la vida de los hombres.
El resultado nos va afectar en México. Con la globalización estamos viajando en el mismo autobús o el mismo avión de la humanidad. El planeta está convertido en una aldea global.
Una medida de salud psicológica e integralmente humana es tomar su distancia de la potencia que es Estados Unidos. Romper el cordón umbilical, sacudirse la protección maternal sobreprotectora. Necesitamos no depender de ellos y ponernos al tú por tú, tomar en nuestras manos nuestro destino.
Ya estamos grandecitos. Debemos llevar adelante la lucha de independencia, una conquista que no termina nunca. Conquistar la libertad frente al vecino interventor, tirano. Napoleón III tuvo el sueño de hacer de México una potencia, contrapeso de los Estados Unidos. Debemos alcanzar nuestra autonomía para orientar nuestra vida y construir nuestro futuro.
Necesitamos recuperar nuestra identidad como individuos, familia y pueblo. Pero aquí chocamos con un sistema educativo que realmente no educa.
Necesitamos ponernos a trabajar y aprovechar los recursos de un Estado tan rico como desorganizado, pasivo, apático, también por falta de verdadera educación del sistema oficial.
Necesitamos tomar cartas en educación, organización, gestión de la cosa pública, ser los constructores de nuestro porvenir porque el gobierno no hace la tarea. Hay que tomar en serio la soberanía del pueblo.
Los humildes conservan una paz beatífica, no dependen de la paridad del peso con el dólar. Con todo, es cierto, que tendremos problemas de inflación, la importación de bienes comerciales.
Los poderosos tiemblan, los idólatras del dinero tienen mucho que perder, es cuestión de negocios fabulosos y ambiciones desmedidas.
Los migrantes ven demonios que levantan el muro. Los indocumentados ven la amenaza de la deportación. Los beneficiarios de las remesas temen perder una ayuda que los libra de la hambruna, la enfermedad y la miseria.
Los hombres y mujeres de fe tienen una riqueza que no depende las políticas de los gringos ni de la estabilidad del peso. Tienen una presencia infinitamente más grande que la del pelirrojo racista, la presencia de un Dios infinitamente poderoso y bondadoso.
“Ni hablar – exclama el Hamlet de Shakespeare– hasta la caída del pájaro está arreglada por la Providencia…. Lo esencial es estar preparado. Readiness is all”.
Estamos llamados a tomar nuestra distancia, a romper el cordón umbilical y la dependencia respecto al Tío Sam.
Debemos confiar en nosotros mismos, tenemos la riqueza humana y material para triunfar. La grandeza del hombre consiste en mantenerse seguro de sí, lúcido y activo en los grandes momentos de lucha y crisis y conservar la serenidad, dispuestos al esfuerzo y al sacrificio, precio del progreso y el éxito.
Debemos experimentar en cabeza ajena y aprender la lección para entender los acontecimientos que vienen. En las elecciones del 2017 o del 2018, ¿van a imponer al pueblo al candidato que nadie quiere? ¿Se va a expresar el hartazgo que tiene la gente de la clase política por su corrupción, gestión desastrosa, saqueos y crímenes contra el bien común, por no gobernar en serio ni sacarnos de la crisis y encaminarnos hacia el progreso y bienestar?
¿Cuándo aprenderán los mexicanos a ser ellos mismos, cuándo estarán maduros para vivir en democracia, construyéndose un futuro mejor?