Montse y Luis/Santiago Heyser Beltrán
Escribo el presente el 12 de diciembre, día de la virgen que llora al ver que nadie se preocupa de sus hijos, los más pequeños, los indefensos, los pobres y los indígenas.
R- Guau, mi Santias, nos vas a poner tristes a todos.
S- No a todos, mi Rufo, solo a los que tienen corazón y son sensibles al dolor humano, que no son muchos;… pero, hoy no es día de tristezas mi Rufo, hoy es día de alegría porque mi nieta Montse se abre a la vida y ya convertida en mujer se prepara para su matrimonio.
R- Guau, felicidades mi Santias, nada como compartir el cumplimiento del ciclo de la vida, razón única y principal de todo. El día que la humanidad en su conjunto respete la vida, todo tipo de vida, este planeta tendrá futuro y esta sociedad remedio. Pero dime, ¿cómo fue que pidió su mano?
S- El viejo truco de la distancia, mi Rufo; resulta que mi hija y su familia decidieron viajar todos a Disney y al regreso Luis le dio la sorpresa a Montse de recibirla con el anillo de compromiso… Si hubiéramos sabido, les dije de broma, la hubiéramos mandado de viaje antes.
R- ¡Guau!, y de cuantos quilates es el brillante, mi Santias?
S- Que te importa perro, no es tu asunto y ya deberías saber que el amor no se mide en quilates, se mide en la alegría compartida, tan es así que tengo una teoría: cuando la pareja ríe en el matrimonio, no hay divorcios, porque nadie se va de donde está divertido.
R- Guarraguauuu ¡Tienes razón, mi Santias!
S- Déjame compartir ahora una historia para beneficio de Montse y Luis:
En el cumpleaños 100 de la abuela, las nietas la rodearon y le preguntaron: -Abuela, ¿Cómo fue que tu y mi abuelo fueron felices en su matrimonio?... La abuela contestó –Hace muchos años, cuando ser novios era verse solo el domingo en misa y compartir una paleta en el parque, su abuelo se me acercó y me propuso matrimonio. Yo le pedí una semana para pensarlo… En esa semana, hice una lista en un papelito de todas las cosas que me molestaban de su abuelo, después, con calma, me puse a analizar una por una para determinar si podía yo aceptarlo y vivir con el compartiendo las cosas que me molestaban de él. Decidí que ¡Sí! y nos casamos.
- ¿Y después abuela, que pasó?
- Pues sucedió que se vino la fiesta de bodas y después la luna de miel y en algún momento perdí el papelito…
- ¿Y?
- Y pues resulta que cada vez que su abuelo hacía algo que me molestaba o me hacía enojar yo decía: -Debe ser alguna de esas cosas que apunte en la hojita y que decidí aceptarle…
El corolario de esto es que para desearle a mi nieta felicidad en su vida matrimonial, lo único que tengo que recomendarle es que acepte a Luis como es y viceversa; a partir de que el amor no es un producto terminado ni se da entre personas perfectas; el amor es un proceso que construimos día con día y que nos permite, a pesar de los cambios naturales que tendremos con el paso del tiempo, seguir siendo el uno para el otro toda la vida. La clave de la vida en pareja es no dar las cosas por sentadas y asumir generosamente el esfuerzo de reconstruirlo diariamente.
R- ¡Guau!, me gusta lo que dices, mi Santias, pero; ¿En qué se finca o fundamenta el amor entre humanos?
S- Algunos dicen que en la confianza, otros que en la comunicación, yo digo que el amor se fundamenta en el respeto y para ello defino respeto como la aceptación total (con fallas y aciertos, con errores y éxitos) de la persona amada. Si aceptó y amo a una persona como es, nunca podrá hacer algo que me defraude ¡Ojalá estos consejos de viejo les sean de utilidad a Montse y a Luis!, a quienes les deseo lo mejor en esta vida que están por iniciar… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador