Libre expresión/Carlos Alberto Monge Montaño
Cuesta arriba…
“Renovarse o morir”. Anónimo.
Tras un año al frente del Gobierno de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo realiza ajustes en su gabinete, que iniciaron el pasado domingo y aún no terminan, en un momento en que las circunstancias estatales están cuesta arriba.
Se cumplieron los primeros 365 días y parece que con ello se pagaron favores y/o compromisos y finalmente llegaron los esperados cambios, especialmente el del “castillista” Carlos Aranza Doniz, que pese a todas las dudas que prevalecen en torno a su desempeño, Aureoles Conejo lo despidió con singular agradecimiento, pese a que en días pasados él mismo, había señalado un desvío acumulado de cuando menos 9 mil millones de pesos, donde alguna participación podría tener el que se va, considerando que estuvo al frente de dicha dependencia, más de 2 años.
El relevo en la Secretaría de Salud es la doctora Silvia Hernández Capi, quien señaló que estará a prueba tres meses y tras una evaluación conjunta con el Gobernador, decidirán si continúa en la encomienda o se regresa a la facultad de Medicina de la Universidad Michoacana. Ojalá que semejante acuerdo, esté fundamentado en la honestidad y el respeto a un marco deontológico, porque de ser así, Hernández Capi podría ser un buen elemento para una Secretaría que tiene cuando menos tres lustros de sospechosismo sobre malos manejos y la clásica negociación con proveedores para que paguen el diezmo correspondiente. Vale recordar que hay observaciones de la Auditoría Superior de la Federación que advierten que Michoacán suele comprar las medicinas más caras del país.
En el caso de la Secretaría de Seguridad Pública, Silvano Aureoles mostró su ansiedad, al designar al todavía diputado local Juan Bernardo Corona Martínez en lugar de José Antonio Bernal Bustamante, a quien pasó a una posición más cómoda, el Instituto de Estudios Superiores en Seguridad y Profesionalización Policial del Estado.
Lo que sorprende, pese a que era un secreto a voces, es el premio que le otorgó a Silvia Figueroa Zamudio, entregándole ahora la Secretaría de Cultura. En su trayectoria como funcionaria, no ha brillado precisamente por su disposición o cambios trascendentales, por ejemplo, a su paso por la rectoría de la Universidad Michoacana y en el último año, como secretaria de Educación; pero pese a todo, alguna virtud o as bajo la manga debe cargar, que Aureoles Conejo le concede, lo que le pidió desde el principio.
Mientras tanto, a la Secretaría de Educación llegó Alberto Frutis Solís, con el enorme reto de poner orden en una de las dependencias que arrastra los mayores conflictos del estado como la opacidad, la ausencia de autoridad, corrupción, venta y duplicidad de plazas, así como la CNTE y sus normalistas, sin desdeñar el olvido o discrepancia en las acciones a implementar con la Federación. ¡Ojalá tenga éxito!
En la sacudida gubernamental, Silvano Aureoles también despidió o cambió a posiciones que se antojan menores, a varios de sus aliados, como Israel Tentory García y Marco Aurelio Nava.
Sin embargo, mantiene a los que son identificados como sus funcionarios de mayor confianza: Adrián López en Secretaría de Gobierno, Carlos Maldonado en Finanzas, Antonio Soto en Economía y Julieta López en la Coordinación de Comunicación Social.
Otros de los que se quedan y que permanecen más por las negociaciones entre las tribus perredistas que por sus resultados son: Miriam Tinoco en Política Social y Silvia Estrada en la Secretaría de la Contraloría.
Y claro, la máxima sorpresa y que provoca cualquier cantidad de especulaciones, es que Aureoles Conejo mantenga en la Procuraduría estatal al “castillista” Martín Godoy Castro.
Los ajustes y despidos continuaron este martes. Quitó a Juan Carlos Barragán del ICATMI y en su lugar llegó Israel Tentory. Cambió a Claudio Méndez de una cartera en Turismo al Instituto del Artesano Michoacano, área totalmente nueva para él. Mientras que Marco Antonio Lagunas Vázquez llegó a la Comisión Coordinadora del Transporte Público, en lugar de Julieta Gallardo.
En fin, pese a que no puedan generar una gran expectativa los ajustes gubernamentales, esperemos que los nuevos funcionarios sepan aprovechar el privilegio de la duda. Evidentemente a Silvano Aureoles se le observa dispuesto al trabajo, con ganas de mejorar las cosas, pero necesita del acompañamiento igualmente decidido de los integrantes de su gabinete; lejos de superficialidades y ponderando el interés público sobre el particular, pero además, con honestidad y transparencia.
Ojalá que Aureoles Conejo tenga claro que los ajustes debe hacerlos cada vez que sea necesario, porque el tiempo apremia y las crisis que padece Michoacán no dan tregua. Ojalá que los ajustes le resulten y se aprecien resultados cuanto antes, y de lo contrario, insisto, hay que volver a cambiarlos.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.