Y ahora qué/Teodoro Barajas Rodríguez
Me pregunto qué camino tomará nuestro país, es decir nosotros, luego de los actos funestos que solo han generado violencia y ésta deriva en tragedias. Después de la indignación, los reclamos secos y estridentes plenamente justificados en las marchas que exigen ni un muerto más, el siguiente capítulo cuál será.En los últimos años han emergido personajes que han sido víctimas del crimen, de la lentitud gubernamental, del vacío que se construye desde promesas, lugares comunes.La lista de injusticias motivadas por el crimen es tan larga que ya no hay papel para continuar con el registro. Voces que claman desde las planchas de cemento en plazas públicas, miles de personas marchan para exigir el arraigo de la justicia, el retorno de la certidumbre.Son muchos los casos concretos en que el avance de las investigaciones no camina, nuestra justicia no suele ser expedita. El Estado refleja su deficiencia estructural.Impunidad es aquello que no tiene castigo, actualmente se erige como una figura monstruosa pareciera arrancada de alguna mitología.La marcha que se verificó la semana anterior en diferentes ciudades, movimiento convocado, entre otros, por Javier Sicilia, mostró en sus alforjas la indignación, la impotencia y el dolor vestido de luto ante las pérdidas humanas. Los expedientes en torno a sucesos criminales se acumulan en las agencias del Ministerio Público aunque en muchos casos no hay soluciones, existe, sí, desesperanza, desilusión, la nada.En muchos casos lo que se vive es un estado de psicosis, pánico generalizado porque en muchos puntos del país las calles o centros de reunión han sido, en la práctica, tomados por asalto vía la delincuencia.Javier Sicilia, quien ha destacado en el mundo de la poesía vierte su particular sensibilidad al expresar en una entrevista con la revista Proceso: “la lengua le da sentido a la realidad; cuando la lengua se corrompe, el pueblo se prostituye”.No puede haber silencio cuando la realidad exige aumentar los decibeles de la protesta, entonces el logos, la palabra asume las tribunas callejeras para decir basta, para exigir justicia, castigo; una realidad distinta.Ante las cuentas que tenemos en la actualidad lo que crece es la falta de fe, el desdén por asuntos políticos partidistas, carencia de motivación que se traduce cada vez de manera más significativa en los votos en blanco. Protesta simbólica pero viva que los destinatarios de tal mensaje deben aprender a leer entre líneas porque urgen los cambios, los pactos, los grandes consensos. Finalmente México es nuestra gran casa común.