Octavio Paz/Teodoro Barajas Rodríguez
Hace trece años murió Octavio Paz, un hombre de luces que llegó a decir que el reino del progreso no era de este mundo. Su legado queda con vida, leer y releer el Laberinto de la soledad nos permite entender en algo nuestra cultura, la cosmogonía, traumas originarios y una larga lista de pendientes del mexicano que suele ser para no ser. Así de contradictorio.Octavio Paz es una cumbre literaria en el siglo XX, centuria en que también figurara otro talento portentoso que para Jorge Luis Borges fue el mejor escritor de este y el otro lado del Atlántico, Alfonso Reyes.Octavio Paz fue un sociólogo, un antropólogo social que bifurcó los caminos de la identidad para exaltar el ánimo de los mexicanos burlándose de la muerte, mirando fijamente a un ogro filantrópico, paternalista y rígido.En los tiempos que corren no hay cabida para los pensadores, lo hay y en demasía para los asesinos, los corruptos, los cínicos del siglo XXI que provocan fisuras en el edificio social de nuestro país.Octavio Paz protestó por la masacre perpetrada el 2 de octubre de 1968, dimitió a su encargo diplomático en La India, los detalles de su pensamiento en torno a esos sucesos amargos que fecundaron afanes los describe, los cuenta en su obra Postdata publicada en 1970.Más allá de la geometría política, con la que tuvo discrepancias, resalta su vigoroso pensamiento: Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos. También refirió que las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo, del miedo al cambio.Su poesía y ensayos son parte de un patrimonio nuestro, referencial para entender al México de ayer y hoy.Vivimos en un país que suele desdeñar la lectura, no se lee, consecuentemente el rubro educativo está en pésimas condiciones, no es motivo de orgullo que otras naciones latinoamericanas ya nos hayan rebasado con creces. Políticas públicas ausentes, sindicalismo que se vuelve un fardo en la espalda para estudiantes que al final del día provocan consecuencias caóticas caldo de cultivo para las peores artes.Octavio Paz fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1990, una estrella fulgurante en un cielo mexicano en el que no abundan los lectores. Su poesía es natural, es abandono, encuentro, construcción de palabras con ritmo, musicalidad arropada en el logos pertrechado por la metáfora.Un mundo nace cuando dos se besan, escribió el Nobel mexicano; tal vez por ello refirió que en todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación.