Libertad de expresión
Sin libertad la vida no vale nada, se combaten por ella los imposibles para luego perderla, fraccionarla o diluirla. La libertad de expresión es uno de los más importantes derechos de la humanidad, es ella un aditivo para construir democracia, ciudadanía y rasgos de los pueblos. Este 3 de mayo se conmemora el Día Internacional de la libertad de expresión, en México no tenemos que festejar porque la violencia que acarrea impunidad es un elemento constante que pulveriza las voces vivas para convertirlas, en muchos casos, en muertas.Es difícil la profesión del periodismo, un poder fáctico como lo es el crimen organizado hace de las suyas hasta conducir a medios de comunicación a un callejón sin salida que produce la autocensura, allí se mancilla nuestra libertad. Reporteros asesinados, una fiscalía opaca y deficiente encargada, en teoría, de investigar los crímenes no hace nada importante, se trata de un invento demagógico, simular que se hace. Pamplinas.Michoacán es una de las entidades del país más castigada en el renglón de la violencia contra comunicadores, algunos fueron privados de su libertad y jamás se supo algo al respecto, hablar de la democracia y la justicia es exaltar los valores más eminentes del género humano, solo que resulta trunco si damos cuenta de la vulnerabilidad de quienes reportan el diario acontecer, historiar el presente.Hace muchos años un personaje admirable de la izquierda mexicana, Heberto Castillo Martínez, dijo en un largometraje titulado Cascabel y que fuera estelarizado por el maestro Sergio Jiménez, que la libertad de expresión solo existía en la cantina y en el café. Hablamos de los años setenta, apogeo de la guerra sucia del gobierno federal contra movimientos sociales.Durante mucho tiempo se aplicó, con excepciones como siempre, una regla no escrita en los códigos consuetudinarios de los medios de comunicación, no criticar al presidente de la República, ni al Ejército ni a la iglesia católica. Se trataba de dogmas inatacables, imposibles.Actualmente el mandatario mexicano es caricaturizado, el ejército es cuestionado y la iglesia perdió su aureola máxime con sujetos depravados y sátiros como Marcial Maciel.No obstante, en el terreno político tal vez no haya mayor problema, aunque muchos de los actores de reparto de ese mundo tienen la piel muy delgada, hipersensible. Pese a ellos las críticas y matices de muchos analistas son un bisturí que abre lo podrido.Solo que si hay señalamientos contra el crimen organizado entonces si que puede haber problemas fatales, los informadores no cuentan con los medios que permitan garantizar su seguridad, ya la lista es enorme de los reporteros asesinados o desaparecidos. Por ello, insisto, no tenemos motivos para celebrar la libertad de expresión que está presente y vigente en el artículo 6 de nuestra Carta Magna.Prefiero los excesos a los cerrojos en materia de libertad de expresión, ello entraña un gran compromiso de corte deontológico. La calumnia, difamación o la manipulación de las notas informativas son un reflejo de la carencia absoluta de la ética. Informar, opinar, emitir juicios de valor tiene una importancia capital, si bien es cierto que no hay algo en el mundo que sea objetivo no confundamos la verdad con la mentira, el resplandor de la primera debe imponerse. No hay motivos para festejar en México la libertad de expresión, pero no podemos permanecer como gremio distantes, confrontados, divididos.