Hablando en serio/Santiago Heyser
El problema del mundo estriba, en esencia, en dos extravíos del quehacer humano. El primero: el egoísmo; definido como la falta de compromiso y el desinterés por el derecho y el bienestar del prójimo.El segundo: la dificultad para hacer lo correcto; justificando lo incorrecto con excusas y manipulaciones que tienen regularmente, como fondo, un interés mezquino…Ejemplo de lo primero es el modelo neoliberal que nos está destruyendo, sustentado en la búsqueda del tener antes que el ser, a través de la construcción de una sociedad de consumo deshumanizada en donde, con desinterés vemos la pobreza, el dolor y la muerte violenta de nuestros semejantes. Cito a Martin Niemoeller, Pastor protestante alemán:Cuando los Nazis vinieron.“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista.Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista.Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío.Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.”Por el egoísmo hemos perdido el rumbo como sociedad de humanos, hoy, a la distancia, solo como nota de periódico y en ocasiones con cierto morbo, escuchamos o leemos del dolor ajeno; trátese de asesinados, de migrantes secuestrados o explotados, de narcofosas, de pobreza, de injusticia. No importa si los eventos son en nuestro municipio, en nuestro México o en Libia, Egipto o Afganistán, la muerte y la injusticia en contra de nuestros semejantes nos es ajena y lejana,… en tanto nosotros estemos bien.La paradoja es que este deterioro, esta apatía, esta enajenación respecto al dolor del prójimo, más temprano que tarde nos va a alcanzar; ya sea con algo lejano y difuso como la pérdida de mercados regionales y nacionales para nuestros productos, con el consiguiente deterioro económico personal; o con algo cercano y dramático como el secuestro o la extorsión a un amigo, a un vecino o a un familiar…¡Hoy!, nos guste o no, la filantropía, la preocupación y la corresponsabilidad con el prójimo, no son cuestión de bondad o voluntad, son cuestión de supervivencia… No lo estamos entendiendo.Ejemplo de lo segundo es Juan Pablo II, el Papa ido no necesita de una beatificación forzada para ser querido o recordado; su vida y su obra son testimonio del trabajo de un gran hombre, líder incomparable y guía amoroso de una Iglesia en tiempos de crisis. Beatificarlo a las carreras, violentando los tiempos y procedimientos eclesiales, manchan la memoria del hombre y dejan la sensación, cuando menos en mi, de que mi Iglesia está urgida de golpes mediáticos y mercadológicos para retomar su influencia social... Con el riesgo de seguir perdiendo el rumbo.Negar que Juan Pablo II estuviera informado de las tropelías de Marcial Maciel, su protegido y cercano, es ofender al hombre y su liderazgo, y es dejarlo en calidad de comparsa de intereses contrarios a la Iglesia que dirigió. En lo personal, en respeto a su memoria, prefiero creer que: enterado de los desvíos del fundador de los legionarios, prefirió alejarlo de la vida pública acercándolo al Vaticano y que, en un acto de caridad y perdón cristiano, decidió no exhibirlo, protegiendo de rebote a la Iglesia y a la obra legionaria,… cosa que puedo entender, aunque no justificar.Juan Pablo II, desde mi óptica, fue un gran líder y un gran hombre, pero lejano de la perfección que requieren, según la normatividad de la Santa Madre Iglesia, quiénes merecen la beatificación. Cito a: Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María: “La beatificación es una declaración, hecha por el Papa como cabeza de la Iglesia, de que un siervo de Dios vivió una vida de santidad (ha ejercido las virtudes cristianas en grado heroico) y/o tuvo muerte de mártir y está ahora en el cielo.” Proteger una obra terrenal como los Legionarios de Cristo o ser cómplice, por omisión, del silencio y de la injusticia en contra de los violentados por Marcial Maciel, por “perdonar” al hombre o al amigo, dista mucho, en mi opinión, de ejercer las virtudes cristianas (caridad, verdad, justicia y fortaleza) en grado heroico.Urge combatir el egoísmo y por nosotros, por nuestras familias, por nuestra sociedad y por nuestro México, necesitamos de un esfuerzo conjunto para pasar, de lo políticamente correcto, de la conveniencia personal o del egoísmo colectivo, a: Hacer lo correcto,… no importando el costo ni el sacrificio ¡Entendamos!, no hacerlo es más caro, nos está llevando a la destrucción como sociedad, como nación y como raza humana. ¡Hagamos lo correcto!,… siempre.Un saludo una reflexiónSantiago Heyser BeltránEscritor y soñadorServicio social, si sabes de narcos o delincuentes y quieres denunciar, te comparto:SEDENA: [email protected] Tel.: 01-800-8324-771