Rueda de Molino
Arraigada como está la subcultura de la descalificación cuando el resultado electoral es adverso a los antagonistas históricos del Revolucionario Institucional, era de esperarse que en principio se resistieran a aceptar lo acontecido, en espera quizá de “negociar” prebendas o posiciones a cambio de “levantar la mano” al ganador. Hacer uso de derecho de “pataleo” y con ello presionar para que el virtual ganador “respete” tal o cual posición y hasta “garantice” que se mantendrán tales o cuales prebendas a favor de quien sabe, ya no estará en posibilidades de seguir sangrando el presupuesto. Asegurar, en una palabra, carteras y hasta negocios, como trueque inconfesable y salir a los medios para “avalar” lo que mayoritariamente decidió el electorado el día de la jornada. Así había sido antes y no esperábamos que fuera a ser diferente en esta ocasión, máxime que siempre se vislumbró una elección cerrada, altamente competida, pero nunca, nadie, garantizó que los votantes saldrían como pocas veces en la historia reciente de Michoacán, a sufragar y hacerlo –por fortuna- de manera admirable, concurrida y en términos generales, dentro de un ambiente de civilidad y paz social. Lejos los amagues con que se pretendió inhibir la concurrencia en las urnas con versiones catastrofistas de que los “malos de malolandia” impediría, saldrían a las calles, plazas públicas, escuelas y sitios diversos donde fueron instaladas las casillas. Por eso dio gusto ver cómo más de millón y medio de michoacanos salimos a ejercer este derecho al voto y en absoluta libertad -aun a pesar de los que quisieron utilizar programas asistencialistas y dinero público para cooptar votantes- decidir sobre el rumbo que debía seguir este bellísimo estado de alta riqueza histórica, cultural y política. Sin embargo, en aras de hacer valer esa subcultura del chantaje a ultranza, se ha ofendido la voluntad manifestada en las urnas al señalarse con lujo de irresponsabilidad que “los malos de malolandía” fueron el factor que desequilibró en favor de uno y en contra de otros dos, la balanza electoral. Insulto sin duda que llena de indignación a esos hombres, mujeres, jóvenes y ancianos que salimos el domingo comicial sin más arma que la credencial de elector en la mano y que, por fortuna, somos más inmensamente más, que los verdaderos criminales que en efecto pululan y hacen de la suyas ante la complacencia de las autoridades que, curiosamente, están representadas por los partidos cuyos abanderados perdieron y no quieren reconocerlo. Pero no sólo es una falta de respeto, un auténtico atropello a la inteligencia de los michoacanos, todos, que vimos, vivimos, la preparación, desarrollo y cristalización de este proceso, sin que mediara nunca una acusación formal, con las pruebas aportadas, que previniera siquiera la “inminente” participación de los grupos delincuenciales que después, según sus pobres argumentaciones y nulas pruebas, habrían de ser los “vencedores” de esta batalla comicial. Absurdo también que en vez de un ejercicio de autocrítica y ver hacia adentro los errores que pudieron -y a la postre, influyeron- haber pesado en el ánimo de los electores para que se decidiera por una de las tres propuestas presentadas y que, huelga decir, fue la que menos acceso a recursos públicos, dispendios, anzuelos de farándula tuvo, no se diga lo limitado que fue en sus gastos propagandísticos. Entonces, descubiertos ante los ojos de la opinión pública en lo que es su real y justa dimensión, esos que se dicen demócratas en el discurso –algunos hasta lo presumen en las siglas partidistas- quedan exhibidos como falaces, seres sin capacidad de autocrítica y, lo más grave, indignos de haber levantado las simpatías que sin duda lograron y que también se reflejaron en las urnas. ¿O es que los “malos de malolandia” con que quieren disfrazar sus estrepitosos fracasos, han perdido tanta fuerza que ya mero les ganos los “bueno de buenolandia”? Por favor, candidatos perdedores, dejen de jugar a las víctimas indefensas y mejor asuman con dignidad su situación porque en el análisis serio, sin prejuicios, no salen bien ubicados.Y eso, sí, eso fue lo que realmente inclinó la balanza a favor del ganador. Los electores supieron descifrar, leer en los mensajes y actitudes de los abanderados, quién mentía y quién les habló con la verdad. En eso, aunque les duela, nada tienen qué ver los “malos de malolandia” que hoy quieren utilizar como pirotecnia desesperada en vez de aceptar que la dignidad de los michoacanos, pese a lo que se diga en contrario, aún no está a las órdenes del mejor postor.Viene aquí, como siempre, la invocación a mi recordada abuela Chabela –Isabel Saucedo Aguilar, para ser más específicos por el lado materno que aun cuando se dude, tengo y a mucha honra-, cuando nos reprendía por ser incapaces de aceptar nuestros yerros infantiles y, en vez de ello, buscábamos echar la culpa al de enfrente:-No m’ijo, si cuando la partera es mala…CIFRAS Y ESTADÍSTICAS Al cierre de este envío y acusando una afección respiratoria de campeonato –cosa que le importa muy poco al editor y a ustedes carísimos lectores- se organizaban “brigadas” de mujeres y sociedad civil para plantarse en las instalaciones del Instituto Electoral de Michoacán y las juntas municipales y distritales con que cuentan, a efecto de hacer presión para que se “anulen” las elecciones. Movilizaciones que como muchas otras tienen un origen, pero además también, una fuerte motivación de “inconformidad cívica” medida en pesos y centavos. Los integrantes de ese cuerpo colegiado sin duda van a vivir –si no es que ya les han intentado “tocar” la conciencia con cañonazos de muchos ceros en eventuales depósitos bancarios a realizar- una intensa actividad para terminar el conteo de las actas de escrutinio y los votos que decidan en los casos de diferencias cerradas y muy cerradas. Mas como nunca la opinión pública estará atenta del accionar que tengan y por ende, deberán ser extremadamente cuidadosos para que en caso de “vender su posición” lo hagan con tal discreción que no se perciba pues de lo contrario, el oprobio, la vergüenza que cargarán como tinta indeleble junto con sus descendientes, los acompañará por siempre. Mientras tanto lo que sí es rescatable de señalar es cómo hay reacciones de actores políticos de alto nivel como Marcelo Ebrard Casaubón –quien debemos recordar fue el primero en atajar el catastrofismo silvanista cuando desmintió categórico que no sería factor de quiebra para las aspiraciones presidenciales de la izquierda en caso de perder Michoacán-, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano –el galardonado recientemente punzó en la herida abierta del abanderado perredista al opinar semejante al jefe de gobierno del DF- y del propio Leonel Godoy Rangel, quienes han dicho, en una actitud encomiable, que se debe “respetar” la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Ellos con mayor madurez –que no quita el dolor que seguramente sienten por la pérdida de un bastión histórico del perredismo- quizá han visto con frialdad las cifras que arrojó el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) donde se nota el comportamiento de los votantes y ahí, el motivo principal que obligaría al análisis y autocrítica que están obligados a realizar los involucrados. Porque miren ustedes, apreciados lectores, que es precisamente el PRD el instituto político que carga con mayores pérdidas después de estos comicios. No sólo pierde la gubernatura, sino que se baja representaciones en el Congreso local y deja de predominar en municipios como Arteaga y Apatzingán. En la aritmética electoral el hasta antes del domingo, partido dominante del escenario estatal reduce su presencia y de 41 alcaldías que gobernaba baja a 31. En el caso del PAN ve diluirse su hegemonía en Uruapan y Ciudad Hidalgo, además de los distritos locales que por antonomasia le correspondían en el Congreso local y que pertenecen a Morelia, donde el PRI se llevó carro completo, algo que ni los propios contendientes del tricolor terminan por creer. Y para quienes son amantes de escudriñar en la frialdad que arroja siempre la estadística, los número duros, alguien dentro del panismo estatal y nacional estará obligado a explicar cómo es que Marko Cortés supera los 100 mil sufragios a su favor para la alcaldía de Morelia, y en cambio Luisa María Calderón Hinojosa, apenas supera los 70 mil para su causa en la tierra que la vio nacer y donde se presume, los apoyos presidenciales llegaron con manos generosas. Como último porque ya van dos veces que me “exige” con tono de severidad el director de esta publicación “la entrega inmediata porque estamos en el cierre”, debo decir que los artífices de la zahúrda, el estiercolero, en donde quisieron ubicarse los neo perredistas Alfredo Ramírez Bedolla y Juan Carlos Barragán Zepeda, tienen que hacer un obligado ejercicio de evaluación y reconocer que en su desbordado y enfermizo afán de golpear al virtual ganador de la contienda y sus demás candidatos, lo único que hicieron fue “victimizarlos” y, con ello, ayudar a posicionarse mejor en el ánimo de los electores. La “paliza” que se ha llevado el PRD en Morelia, sin duda, en buena medida es obra de estos nefastos personajes procreados en el seno de “la izquierda” comodina, acomodaticia y placentera que vivió una década de esplendor y que ahora, por sus propios yerros, tendrá que empezar de nuevo… y quién sabe si le alcance con este tipo de “estrategas”. Vale…