Revocación cuestionada
El fallo de la autoridad electoral respecto a la elección en el municipio de Morelia, de lo menos que puede ser calificado es de cuestionable. Independientemente de que en el remoto de los casos, el partido político hubiera efectivamente pagado al boxeador que la víspera utilizó en un costado de su pantaloncillo el logotipo priista, el argumento se antoja a todas luces insuficientemente sólido.Además de oler mal, el fallo sobre esta elección pudiera hacer suponer que en el mismo sentido van a pronunciarse los magistrados respecto a las elecciones de diputados locales y de gobernador, pues idénticos efectos pudieran atribuirle al mismo hecho. Como lo dijo al aire uno de los magistrados, se declaró inválida la elección de presidente municipal en Morelia, pues los tiempos ya demandaban una resolución, dado que el período constitucional estaba por vencer. No les quedaba más. En el caso del Congreso, tienen hasta el 15 de enero para resolver y en el caso de la elección de gobernador, hasta el 15 de febrero.En este mismo espacio, se ha señalado en reiteradas oportunidades que los servidores públicos federales utilizan repetitivamente el concepto de “bien común”, como el fin último por el cual luchan los gobiernos panistas. Justamente, ése es el lema de su partido y el efecto de la repetición en cada acto de entrega de recursos o en cada evento donde se congreguen multitudes, sirve para que a la gente, es decir, a los electores, les quede perfectamente clara la vinculación entre ambas instancias. Por supuesto, lo han utilizado desmesuradamente y aún en momentos de veda electoral, sin que nadie se haya atrevido a molestarlos, ni con el reverso de una boleta electoral. Así de risible es nuestra justicia electoral. Se aplica al gusto del cliente.Sin especular en cifras sobre la cantidad de televidentes que vio la pelea de marras y mucho menos, sin imaginar cuantos pudieron verla primero en Michoacán, en lo general y luego, en Morelia, en lo particular, es de dar risa que gracias a ese escudo partidario, la preferencia de los electores se haya inclinado a favor del candidato tricolor. Se antoja como una auténtica falta de respeto a los morelianos el suponer que estar expuestos televisivamente a un logotipo, les hizo cambiar su decisión. Sería ilógico suponer que los electores estaban en una situación de extrema incertidumbre y que les hacía falta un estímulo visual para asumir una decisión en vez de la otra.Por más desprecio que se pueda tener hacia los electores, éstos no son tontos, ni tampoco son menores de edad. A lo mejor no cuentan con el soporte ideológico que sería deseable. Probablemente, con el bombardeo de tantas ofertas electorales, a lo mejor se confunden un poco. Sin embargo, pensar en que el voto pudo haber migrado del PAN hacia el PRI, realmente parece inverosímil. A lo mejor pudiera haberse dado ese fenómeno entre PRD y PRI, pues ambos tienen un ingrediente progresista en su declaración de principios y en sus postulados. El resultado no parece indicar que ésa haya sido la explicación.Por otra parte, no se entiende qué papel jugó Genovevo Figueroa en esta invalidada elección. Después de haber escalado los más altos niveles de la actividad política mexicana, ahora vino a ocupar un nada digno tercer lugar. Tampoco se sabe si volverá a ser candidato en la elección extraordinaria que habrá de reponer el procedimiento. Por lo pronto, la dirigencia priista –incluido Enrique Peña Nieto- ya gritó a los cuatro vientos que volverán a ganar Morelia, ahora en la elección extraordinaria. Esta enjundia, asociada al entusiasmo panista, le augura a los morelianos varias semanas de desgaste inútil. Se derrocharán otros millones de pesos en propaganda. Toneladas de basura serán desprendidas de postes, marquesinas y azoteas, una vez que concluyan las nuevas campañas.