Neointromisiones
La actuación de agentes de varias corporaciones del gobierno norteamericano en territorio nacional, así como la operación conocida como “Rápido y furioso” dejan claro que estamos ante una nueva ola de intervenciones e intromisiones de ese país en los asuntos internos de México y de alguna manera, ante una actitud entreguista, complaciente y blandengue del gobierno calderonista, que haciendo gala de su proclividad hacia el vecino país del norte, poco o nada hace para evitar ese tipo de situaciones que forman parte de una cesión de la soberanía nacional.Hay quienes piensan que se trata de asuntos menores y que quienes denunciamos estos hechos estamos exagerando la nota. El tema de la soberanía no les queda claro. Suponen que es una especie de concepto discursivo y que de ninguna manera corremos peligro o nos encontramos en situación de riesgo ante estas constantes y recurrentes andanadas de los norteamericanos, que están suficientemente documentadas en muchos archivos históricos.Podríamos estar de acuerdo en que los temas de seguridad, crimen organizado y narcotráfico forman parte de una agenda común y que es legítimo que ellos se preocupen por prevenir y evitar cualquier forma de daño que pudiera provenir de nuestro país. Para lograrlo se supone que existen diversos mecanismos de cooperación internacional. En ese contexto, han fluido recursos para equipar a las corporaciones mexicanas y se intercambia información que es de utilidad para la actuación tanto de las fuerzas armadas y navales, como de las corporaciones policíacas en los distintos órdenes de gobierno. Seguramente el factor desconfianza ha sido definitivo en la toma de decisiones para operar de la forma anteriormente expuesta.Doblemente indignante resulta la pasividad diplomática del gobierno de FCH, toda vez que aparte de jugar un activo papel para hacerle el trabajo sucio al vecino país del norte, ahora simple y sencillamente ni se inmuta, ni se acongoja ante la intromisión. Además, es paradójico que a los mismos criminales que están combatiendo para quedar bien con el gobierno norteamericano, los propios agentes de ese país los están equipando en una supuesta maniobra de rastreo, la cual desde luego se debe sumar al comercio masivo, ilegal e indiscriminado de todo tipo de armamento de fabricación norteamericana que diariamente y por todas esas venas abiertas aduanales y clandestinas fluyen hacia México y sirven para mantenernos en una auténtico estado de sitio.De poco o nada servirán los buenos propósitos del “Decálogo de delitos de alto impacto” acordado en el seno de la Comisión de Seguridad Pública de la CONAGO que sesionó esta semana en la ciudad de México, si la instancia gubernamental competente sigue dejando pasar el estado actual de las cosas. Instalar más cámaras, equipar a los efectivos militares y policiales, realizar retenes y cateos legales e ilegales para detener a criminales y otras acciones que nos son ahora familiares, poca efectividad pueden tener si no se evitan las ilegales e inconvenientes acciones del gobierno de Barack Obama y si de una vez por todas no se blinda real y efectivamente la frontera para impedir el tráfico de armas hacia México.A su vez, la opinión pública debería imprimirle mayor presión a su oposición ante esas intromisiones, del mismo modo que se criticó con justa razón a quienes –para detener a peligroso delincuente en el estado de México- cometieron el delito de allanamiento de morada en perjuicio de varias familias, incluida la de un conocido poeta. En este caso, el producto no necesariamente justifica los medios, pues la traumática experiencia que vivieron esas familias no era explicable por ninguno de los lados por los que se le quiera ver. Incluso, si sus sistemas de localización geográfica no son tan precisos, no es razón válida para ejercer ese tipo de acciones de fuerza y prepotencia que solo abonan a la pérdida de credibilidad y confianza. Es sugerible que con esa misma ferocidad se contrarreste la acción de los norteamericanos.