Michoacán y la década perdida
Como en los mejores tiempos del viejo priismo que tanto criticaron, la patética administración autodenominada de izquierda, cardenista, popular, indigenista, etc, etc, del Maestro leonel Godoy, ha llegado a su fin, concluyendo así, la peor década de la historia política de Michoacán, y legando a los ciudadanos que aquí nos tenemos que quedar, un Estado en quiebra, una nueva camada de nuevos ricos, las infaltables notarias para amigos y compadres , y el montón de concesiones de transporte público, como pago a sus seguidores corporativos. Sin embargo, resulta paradójico que durante la debacle final, en la que no hubo día en que la capital y algunas ciudades del estado estuvieran de cabeza, como consecuencia de los bloqueos a la circulación, protestas, plantones y marchas, para exigir pagos, el cumplimiento de minutas y promesas, entre otras demandas, fueran justamente los maestros, los estudiantes, los sindicatos, los indígenas , supuestos aliados del gobierno, los que le hayan puesto “la puntilla” final a la administración que supuestamente tanto les beneficiara con sus políticas públicas.Desde luego que será la sociedad michoacana la que finalmente juzgue y coloque en su justa ubicación a los gobiernos perredistas, que durante una década no fueron capaces de aprovechar la alternancia y la oportunidad que la ciudadanía michoacana les otorgo. No supieron o no pudieron darle a la entidad el desarrollo que requiere, a fin de sacarla del atraso ancestral en que ha estado sumida y que no merece, ya que no corresponde a una región geográfica con los recursos y las potencialidades que tiene. Por lo pronto, la percepción de la mayoría de los michoacanos, es negativa respecto de estas administraciones de izquierda, por ello les otorgó el tercer lugar en las preferencias electorales. De una primera mirada, pareciera que en los únicos renglones en los que se observa crecimiento durante la década, es en la acumulada deuda pública que despierta más preguntas que respuestas y en la abultada burocracia que creció de manera exponencial, a grado tal, que en cada cuadra de esta ciudad capital hay una oficina de gobierno.Las prioridades de estos años de gobiernos perredistas, no pasaron de ser meros proyectos mediáticos, sin resultados reales que pudieran ser motivo de orgullo. La educación de calidad en el estado sigue siendo una materia pendiente, seguimos en los últimos lugares en el contexto nacional; los grupos indígenas de la entidad, siguen igual de jodidos, perdiendo su identidad y sus costumbres, pendientes de las dádivas electoreras del gobierno en turno; el voto migrante ha resultado un verdadero fracaso; el sector rural,(a excepción de los aguacateros que arrasan con lo poco que queda de bosques sin que autoridad alguna los pare) se encuentra abandonado; la ecología y el cuidado de los recursos naturales, de plano, no fue una prioridad del gobierno que inicio con un gabinete de funcionarios de bajo perfil y terminó con uno de similares. Seis años de un gobierno errático, sin dirección ejecutiva alguna, caracterizado por una política de “dejar pasar, dejar hacer”, en donde efectivamente cada quien hizo lo que pudo o lo que quiso y otros cuatro de una política centralizada, caprichosa, en los que no se movía nada sin la autorización del ejecutivo, completaron para esta aguantadora entidad, una década perdida. Sin embargo, no pasa nada, los responsables de esta debacle se encuentran tranquilos: unos en el Olimpo cardenista y otros en el cobijados en el fuero constitucional. ¡Viva México!