Pobreza, mal global
Los saludo desde Quito Ecuador donde participo en las jornadas de estudio de SCALA, la sociedad de catequetas de Latino América. Somos un grupo de especialistas en educación-en-la- fe. Hacemos una investigación para servir a los catequistas y a todos los que forman en los valores de Cristo desde la Palabra de Dios.El drama del mundo nos cuestiona y aflige: la miseria, el hambre. Según la encuesta de CENEVAL, 52 000 000 de mexicanos son pobres, podríamos decir miserables. La macro economía sigue otro camino, muestra salud. Pero esta salud no alcanza a los pobres, se quedan marginados.En la edición del periódico Le Monde del domingo 1 de agosto se hace un llamado patético sobre la situación del Cuerno de Africa, Somalia, Etiopía, Kenia, Eritrea donde los niños y adolescentes mueren de hambre a causa de la sequía y la pobreza de recursos de esos países. En Ecuador, se siente la miseria del pueblo, la dolarización ha encarecido la vida, los pobres no alcanzan el salario mínimo de 264 dólares al mes. Tienen que buscar la vida vendiendo mandarinas en las esquinas. Un niño famélico, harapiento, sucio dio bola a mis zapatos por 50 centavos de dólar. Le di un dólar. Estamos frente a un panorama de dolor, los hombres sufren profundamente y parece un fracaso el progreso, el bienestar, la vida digna y el mundo feliz. ¿Estamos condenados al dolor, esta suerte nos tocó? Definitivamente no, creemos en la grandeza del hombre como señor de la historia. La hambruna es un reto que debemos superar. Creemos en el poder del hombre para cambiar la situación injusta y desdichada. En el hombre hay un potencial de transformación que debemos descubrir y despertar. Recordemos además que no estamos solos. Lo que para el hombre es imposible para Dios es posible. Así lo creemos quienes tenemos el tesoro inmenso de la fe de Jesucristo que conduce el universo en su orden, porque lo hizo con sabiduría y lo guía con amor. Aunque haya situaciones que no entendemos a veces. Contrasta con el panorama patético y lúgubre de los miserables, el lujo, la fortuna y ostentación, los avances tecnológicos de los ricos, los desarrollos exclusivos, los centros comerciales. Los acaudalados presionan los gobiernos y quedan exentos de impuestos como en la crisis económica de Estados Unidos. Con una pequeñísima parte de lo Estados Unidos gasta en armamento se pudiera aliviar la situación del Cuerno de África, calcula Le Monde. El sufrimiento castiga a la humanidad, mueren los niños y lo adolescentes y los grandes. La familia humana sangra y agoniza en los pobres. Entretanto, muchos de los dueños de los grandes capitales se han materializado y les importa más engordar sus capitales, para ellos son el ser supremo, su ídolo. A veces hacen un lavado de conciencia dando migajas como los 150 000 niños que una gran empresa invita al cine gratuitamente. Otro gran capitalista de México prefiere arropar y calentar su fortuna que cooperar significativamente en las causas de la humanidad. Afirma que no es “dama de la caridad”, tampoco hermano de los hombres y sí esclavo de Mamón, el dios del dinero. Todos los hombres estamos involucrados en el problema, debemos ser sensibles y colaborar en la solución. Simplemente, si los bienes estuvieran repartidos equitativamente, si hubiera igualdad social, otro gallo nos cantaría. Los fieles de Cristo debemos estar involucrados en todas las esferas y actividades. Eso se escucha en los pasillos de boca de los participantes en los trabajos de SCALA. Hay que asumir las angustias y el dolor de la gente. Las exigencias y el ejemplo del Divino Maestro orientan hacia allá, es un imperativo el compromiso con los que sufren. “Tuve hambre y no me dieron de comer”… moría de inanición y no vinieron en mi ayuda. El drama es terrible y reta a todos, al que tenga un pan para compartir. Debemos dar, no sólo las sobras, sino desprendernos de lo necesario para vivir. Si no lo hacemos, el flagelo exterminará a poblaciones, minará el bienestar de las multitudes y terminará por alcanzarnos. Tendremos que ser solidarios en el sufrimiento, más ahora que el mundo se ha convertido en una aldea global, la vida en todas sus expresiones y dimensiones se ha globalizado. En una visión integral, el juicio definitivo ante el Juez Supremo será implacable, la condenación será inevitable para quienes obraron el mal u omitieron hacer el bien será inexorable: Ahí no habrá jueces corruptos, ningún delito cometido, ninguna omisión quedará impune.C:E. [email protected]