¿Las empresas de comunicación son un gobierno?
La verdad de los consorcios televisivos y otros es servir a la sociedad con la verdad, no crear una visión interesada de las cosas para beneficiar a quienes tienen el poder del dinero. Deben ser campeones de la verdad y no mercenarios del capital. Tienen una exigencia absoluta, no negociable, de decir la verdad. Esta es la coherencia entre lo que se afirma y la realidad, hechos y palabras. Cuando la persona se deja llevar ingenuamente y sin criterio por lo que informadores y comentaristas informan, adopta su mirada, se queda con la idea de que así fueron las cosas. Cuando uno ve los acontecimientos relevantes, como el debate, y luego la información y los comentarios de lo mismo, se lleva grandes sorpresas. Lo que ellos presentan, desde sus filias y sus fobias, es tan diferente de lo que uno presenció. Ponen un filtro deformante tomado de su ideología e intereses. Uno se pregunta de qué debate están hablando, de qué candidatos. Desafortunadamente, uno no puede estar en todos los acontecimientos. Ya no presentan la realidad sino una imagen maquillada, deformada, manipulada, muchas veces teledirigida. Parece una visión onírica, surrealista de los hechos. ¡Atención! Porque ellos tienen un formidable poder para influir en la opinión y decisión del público. Llevan a los individuos robotizados, sin capacidad de discernimiento a donde ellos quieren. Es lamentable que no enseñen a pensar y formarse su propia opinión objetiva. ¡Atención! Los informadores tienen un poder enorme en el voto, no precisamente en el momento de emitirlo sino en el determinante de prepararlo, de decidirlo. Es el poder fino y totalitario que pretenden ejercer las encuestas. Debemos sacudirnos el yugo, la camisa de fuerza de las encuestas que, para empezar, sirven a quien les paga. No podemos dejar que nos conviertan en borregada mediática, ellos no pueden llevarnos con el candidato de sus complacencias, el que sirve a sus intereses. Debemos ser lúcidos y firmes para que ellos no decidan por nosotros y nos hagan votar como autómatas o como mansos por el candidato que nosotros no queremos ni sirve a la verdadera causa de nuestra nación, que no busca el Bien Común de las multitudes pobres en la verdad y la justicia. Los comentaristas, un tiempo afirmaban de Televisa era un estado dentro del estado. Efectivamente, empresas como ésa, de hecho, pretenden constituirse, si bien veladamente, en un estado paralelo. Esos consorcios tienen sus intereses particulares de poder y dinero, apoyan a sus candidatos para servir a su ideología de negocios y dinero. No se dan cuenta porque no quieren, en su mundillo mental, de que le dan la espalda al pueblo, a sus derechos, necesidades y aspiraciones. Lo utilizan, se lo llevan entre las patas. ¡Sólo hay un estado! El emanado del pueblo, ahí donde puedan todos llevar una vida de justicia y progreso, donde puedan elegir autoridades que sirvan a la persona humana y al bien común. Es un imperativo categórico sacudirse la influencia de todas las encuestas que se basan en sondeos, en muestras aleatorias. El ser humano puede producir lo impredecible porque que se mueve en otra lógica, tal vez la sin-lógica de la libertad. La libertad es absolutamente impredecible. Tú puedes votar libremente por quien quieras. Como ser humano autónomo, no como un robot que programan desde la televisión, o como un niño que todavía se chupa el dedo y sigue irracionalmente a los competidores del poder, prestidigitadores de la palabra que sólo ofrecen promesas que muchas veces se quedan sólo eso. En la rica cultura mexicana, cristiana se ha transmitido esta verdad que leemos en el libro del Génesis. El hombre fue colocado por Dios, como la creatura más digna de la creación, fue puesto sobre las cosas e instituciones, lo hizo su administrador para llevar el mundo a su destino definitivo de libertad y de gloria, a la utopía. Es la hora del DEMOS, del pueblo democrático y de cada ciudadano para que dé el estirón, se haga adulto consciente y lúcido, capaz de decidir por sí mismo, de escoger libremente a sus servidores públicos para superar la corrupción y conquistar una vida más [email protected]