El secreto de las vacaciones más ricas
Me preguntaba un amigo, ingeniero, trabajador en una empresa de Querétaro cómo hacer para conseguir lugares en La Trapa, porque quieren retirarse ahí unos días con otro amigo ingeniero para un “desierto”, es decir a solas con Dios.Semana Santa es el tiempo de la locura, del entusiasmo desenfrenado por las vacaciones. Muchos quieren el placer del cuerpo, de todos los sentidos y darse a la diversión, buscando satisfacer sus instintos, gozar en grande al ras de la materia. Otros quieren un gozo más austero, hondo, simple. Buscan satisfacer las necesidades del espíritu. Estos están hartos de superficialidad, ligereza y de la decepción, vacío, hastío que queda como resaca, como después de una borrachera.El hombre fue hecho para la relación, el vivir para otro es lo que da sentido a su vida y trae las mejores alegrías. “qué dulce era para mí amar y ser amado” afirma San Agustín. Amar es compartir con el otro-yo todo, las agonías y la muerte. Ahí es donde el amor se purifica y se hace grande, generoso. “nadie tiene mayor amor que el que entrega su vida por sus amigos”, afirma Cristo. Jueves Santo, un contacto con el amor más puro, sin el oleaje pasional ciego, tiránico, con la serenidad, transparencia, conocimiento del fondo del otro.El alma goza, en lo más profundo, conoce el amor en su fuente original, genuina, nada hay de turbio ni vergonzoso, nada que ocultar.La persona se encuentra consigo misma, su grandeza divina, su belleza del alma, su dignidad más alta, transparente, en todo su esplendor.Es la paz difícil que buscamos, que el mundo con todos sus afanes y operativos no puede dar, el gozo, el éxtasis de los grandes momentos y de la hora cumbre de Dios. En la Ultima Cena Cristo Dios pone bajo signos su entrega sangrienta del viernes y su resurrección, bajo los símbolos del pan partido, del vino de la Alianza, Cristo convierte en celebración, misa, su pasión, muerte y resurrección.Se asiste a un espectáculo grandioso, las fuerzas inmensas, tremendas, todopoderosas de la creación se agitan y chocan, tras un tenue velo de serenidad.Una tormenta se forma en el cielo, los negros nubarrones y los elementos cósmicos empiezan a agitarse y hacen presentir la tormenta del amor en el alma de Dios, es la pasión del infinito y eterno amor, el amor incomprensible del Papá que entrega al Hijo para rescatar al esclavo pecador. Es el drama del amor entre Dios y su criatura. Viernes Santo es la entrega, en apariencia absurda pero que recibe una gran luz desde dentro por el amor. Las profecías se cumplen, los signos entregan su realidad tremenda y fascinante. El Amor muere aplastado por los vividores, explotadores, asesinos, el cuerpo roto, la sangre derramada. El Sábado Santo se rompe la lógica del mundo, sus cálculos, es rebasado infinitamente. Se da un cambio radical de situaciones, sucede algo absolutamente inesperado. Es la noche más clara que el mediodía, el bien triunfa sobre el mal, la vida sobre la muerte, el amor y la verdadsobre la mentira y placer barato y el odio. El campeón del amor, se muestra resucitado, invencible, eterno.¿Dónde se puede vivir esa experiencia? En ti mismo, en tu intimidad, en tu alma. Hay que descender desprendiéndose de la basura de los bienes materiales innecesarios y del ruido ensordecedor del televisor y las grandes bocinas y las fiestas. Hay que bajar a través del silencio, el recogimiento hasta profundidades insospechadas de tu alma, hasta tu fuente interior, honda y muy limpia.Ahí vivirás el encuentro que todo ser amante sueña, toda hechura de la mano de Dios espera: encontrarás lo que sacia tu hambre y tu sed integral, honda, conocerás la saciedad y la paz, lo que no pueden dar todas las comidas y las más caras bebidas.El bien que buscas es una persona,el alma gemela, el otro-yo que puede hacerte sentir amada, amado. Es la persona que te comprende y admira lo que haces, así sean pequeñeces; que te acoge como eres, te hace sentir que vales muchísimo, que sana tu autoestima. Te alimenta con la verdad y pone en ti los deseos de derramar bondad para todas las personas y las criaturas, más allá de su apariencia de pecado y fealdad.Hay una pista regia, una clave para tener acceso a la experiencia del amor. Es preciosa y asequible al mismo tiempo. Esta en la iglesia más cercana, en los oficios de semana santa. Es una celebración con un enjambre de signos de una sencillez y riqueza maravillosa: la institución de la eucaristía y el sacerdocio, los signos inmemoriales de pan y vino, la palabra del maestro del amor que llega a las profundidades del alma, el mandamiento del amor, la conmoción del mundo con la muerte de Dios y con su resurrección.Invierte en lo que realmente te trae tu paz, es algo precioso y está al alcance de tus posibilidades. Vale la pena vivir una experiencia diferente de vida, no apta para tontitos y ciegos.