Las lecciones de las elecciones/Julio Castellanos Ramírez
Las elecciones del pasado 7 de junio dejan muchos elementos para la reflexión. Uno de ellos, tiene qué ver con el papel de la legislación actual y del Instituto Nacional Electoral, INE, como árbitro electoral. Particularmente en el caso del Partido Verde Ecologista Mexicano se pudo advertir que la legislación actual está rebasada o incompleta y que el INE no tiene la capacidad de frenar a un partido político que a todas luces está actuando de manera ilegal o valiéndose de lagunas jurídicas que le permiten realizar actos que de manera evidente afectan la equidad en la contienda electoral.
Por otra parte, en el análisis de los perdedores y ganadores de esta elección, se encuentra que el presidente Peña Nieto es uno de los ganadores ya que, gracias al actuar del Partido Verde, su partido, el Partido Revolucionario Institucional, en alianza con el PVEM y tal vez con Nueva Alianza, mantiene la mayoría en la Cámara de Diputados. Parecería contradictorio que ante un clima de recesión económica, de crisis policía y de falta de resultados, no haya sido el gobierno de Peña Nieto el castigado en estas elecciones. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya habido fustigados. Verdaderamente, los sancionados por los ciudadanos que fueron a votar fueron los gobiernos estatales y municipales.
En la mayoría de los casos, o por lo menos en los más importantes por su tamaño y trascendencia política, la ciudadanía decidió cambiar al partido que encabezaba los gobiernos estatales o municipales. El caso más emblemático es el de Nuevo León, donde un candidato ciudadano ganó la elección a la candidata del partido en el gobierno. Sin embargo, ahí están los casos de Querétaro, de Guerrero, de Sonora y muy posiblemente de Colima. La ciudadanía salió y decidió que era momento de un cambio, que era momento de sacar a el partido en el gobierno y darle la oportunidad a otro partido.
Además de las gubernaturas, también se encuentran los casos de las presidencias municipales, ahí también se reflejó este mismo fenómeno. Ciudades como Monterrey, Morelia, Zamora, Guadalajara, Zapopan, varias de las delegaciones del Distrito Federal, entre muchas otras experimentaron el pasado 7 de junio la manifestación ciudadana que aclamaba un cambio en el partido de gobierno.
No podemos dejar de hablar de la evidente fisura que ha sufrido el tripartidismo en México. Los llamados partidos “grandes” sufrieron también grandes derrotas. Por ahí viene una camada de partidos nuevos y no tan nuevos, pero que no eran considerados de los grandes, cargados con rostros nuevos y rostros reciclados, con un discurso que contrasta con el de los partidos “grandes” porque hablan de combatir la corrupción, de ser transparentes, de trabajar en beneficio del interés público; dicho discurso no es disonante, no es contradictorio, no parece mentira (aunque pudiera serlo). No es lo mismo que un candidato de Movimiento Ciudadano te diga que combatirá la corrupción, a que un candidato del PRI te lo diga. Por último, ahí está el caso de los candidatos independientes, uno ya ganó una gubernatura y con ello ha generado también una fisura pero al sistema de partidos. Creo que esto es lo que más preocupa a uno que otro en estos momentos.
Aún quedan muchas interrogantes que seguramente serán analizadas en las próximas semanas por los analistas especializados, pero lo que es un hecho es que las pasadas elecciones del 7 de junio nos han dejado varias lecciones que más nos vale entender e incorporar a la vida institucional de nuestra democracia.