La ONU y el Ejército mexicano/Ana Brasilia Espino Sandoval
La semana pasada la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Louise Arbour, hizo observaciones respecto de la participación del Ejército mexicano en la lucha contra el narcotráfico, en la que, al decir de la funcionaria de la ONU, miles de militares son el pilar de los operativos para contener al narcotráfico que se ha desplegado por todo el territorio nacional."Entiendo que hay quienes dicen que hay momentos en que hay que recurrir a una fuerza mayor, como el Ejército, pero me parece que en el largo plazo es una medida francamente peligrosa", advirtió la Alta Comisionada a un noticiero de televisión, al iniciar su visita de cuatro días a México.La funcionaria de la ONU consideró que "el Ejército no debe ocupar funciones que no van con las técnicas de procuración de ley, que pertenecen a la Policía"; sin embargo, el presidente Felipe Calderón puso en marcha al inicio de su mandato una guerra contra el narcotráfico, en la que recurrió a las Fuerzas Armadas, tradicionalmente desligadas de cuestiones internas. "Me parece que en el largo plazo, mezclar Ejército con Policía no es una política sustentable", subrayó.Según los datos estadísticos que sirven de base a los comentarios de la visitante, la secretaría de la Defensa Nacional ha destinado en los últimos 13 meses más de 36.000 elementos militares a operaciones contra el crimen organizado en diversas zonas del país.Para subrayar la trascendencia de los comentarios se dice que las actividades del Ejército mexicano incluyen la instalación de 537 retenes militares en las carreteras del país, así como en áreas marítimas y aeropuertos nacionales. La presencia del Ejército en la calles del país provocó ya incidentes graves contra ciudadanos inocentes, entre los que destaca el asesinato en junio pasado de una familia de cinco integrantes, entre ellos tres niños, a manos de soldados en un retén en Sinaloa, así como la violación de menores en mayo la muerte de dos jóvenes estudiantes del Tec de Monterrey en ésa ciudad entre otros incidentes.Por su parte, la organización internacional Human Rights alertó la última semana que "el año pasado soldados mexicanos han cometido notorios abusos mientras llevaban a cabo actividades de policía", y citó varios casos en los que decenas de personas fueron detenidas, incomunicadas y golpeadas en bases militares por el Ejército.Sin embargo, desde el punto de vista del gobierno mexicano la presencia en las calles del ejército es necesaria para contener la fuerte presencia de los criminales organizados a los que considera enemigos de México.La semana pasada, el periodista Joaquín López Doriga se preguntaba si esta funcionaria internacional ya le había preguntado a los habitantes de Ciudad Juárez o de Chihuahua o de Ciudad Victoria Tamaulipas, que pensaban de que el ejército volviera a sus cuarteles, cuando han sido los únicos que medio han ayudado al control de la violencia excesiva que se vive en esas localidades.No se trata de desconocer las voces de las organizaciones de derechos humanos que señalan violaciones a las personas, ni tampoco se trata de autorizar al ejército para que las cometa, pero mientras en el país no se tenga una policía efectiva, con la suficiente cobertura y con la presencia necesaria para hacer frente a este delicado problema del narcotráfico, debemos pensar en que la presencia de los militares en las calle no debe ser cuestionada, sino vigilada y acotada a las normas que a todos nos rigen.Pensemos que muchas de esas voces que claman el regreso de los militares a sus cuarteles pueden provenir desde espacios de ilegalidad a quienes no les conviene tener esa incómoda presencia militar haciéndoles frente y si no veamos lo que sucede en zonas como las de tierra caliente en nuestro estado.