Lecciones electorales
Son poco más de cuatro meses los que hacen falta para que se lleven a cabo en Michoacán las elecciones en las que elegiremos a quien será el próximo gobernador constitucional de nuestro estado. Quien sea electo, tendrá la oportunidad de asumir la responsabilidad histórica con el desarrollo, el bienestar y la ciudadanía michoacana que sus antecesores rehuyeron asumirla una y otra vez.Algunos partidos políticos ya han elegido a quienes serán sus candidatos a gobernador, mientras que otros se encuentran a punto de hacerlo. Sin embargo, más allá de centrar el análisis en esta tarea que los partidos deben llevar a cabo, es oportuno que rescatemos algunos aprendizajes que nos dejaron las recientes elecciones locales que se celebraron la semana pasada en algunas entidades del país.Un primer elemento a destacar es que en ninguna de las entidades en las que se celebraron elecciones hubo alternancia en el gobierno; es decir, el partido que gobernaba antes de estas elecciones fue el que las ganó. Esto nos hace plantear, al menos, dos premisas: la primera es que el electorado, satisfecho con la gestión del gobierno saliente, decidió darle una vez más la confianza al partido en el poder; la segunda es que el gobierno saliente hizo uso de todo tipo de recursos a su alcance para mantener a su partido en el poder.Evidentemente, el juego electoral no puede simplificarse a estos dos escenarios, ni los mismos son excluyentes entre sí. Sin embargo, parece ser que lo sucedido en las pasadas elecciones en el Estado de México, en Coahuila y en Nayarit es algo más cercano a la segunda premisa que a la primera.Pongamos el ejemplo del Estado de México. Para nadie es un secreto que el gasto de campaña del candidato ganador rebasó por mucho el tope de campaña que tuvieron los partidos. El PRI del Estado de México jugó su viejo, costoso y redituable juego del clientelismo autoritario. Repartir dinero, regalos, despensas, bienes y servicios públicos a cambio del voto ciudadano y, a la vez, la constante presencia de la amenaza y el castigo por no apoyar al “candidato”; es decir, el viejo esquema priísta que ha mantenido a ese partido en el poder en aquella entidad por más de 80 años.Sin embargo, lo mismo que sucedió en el Estado de México tuvo lugar en Coahuila y en Nayarit. Ello explica en parte por qué, a pesar de haber dejado en pésimas condiciones de bienestar a la ciudadanía de cada una de las entidades, el partido en el poder fue favorecido por el voto ciudadano.Si esto no fuera así, de otra manera no podría explicarse por qué el PRI fue favorecido en el Estado de México cuando es la entidad en la que más feminicidios se registran, una de las más inseguras y una de los menos transparentes a nivel nacional. O bien en Coahuila que es, junto con Michoacán, uno de los estados en los que la deuda pública creció exorbitantemente en la última administración: de 350 millones registrados al inicio, pasó a 32 mil millones a comienzos de este 2011. O en el caso de Nayarit que es una de las entidades, que al igual que Michoacán que en los últimos cinco años en vez de mostrar avances en los indicadores que dan cuenta del bienestar de la ciudadanía, continúan rezagándose.Así pues, uno de los aprendizajes que a los michoacanos nos dejan las recientes elecciones locales de algunas entidades es el evitar que el modelo clientelar-autoritario encuentre en las próximas elecciones del 13 de noviembre un espacio adecuado para su implementación. Evitemos que los partidos políticos apuesten a la compra de votos, apostemos a que los recursos públicos no sean desviados a las tareas político partidistas, apostemos a que el gobierno no apueste a la coacción del voto ciudadano. Mejor, apostemos a que sea el voto libre de los ciudadanos el que decida quién nos gobernará en el siguiente periodo constitucional.