Jóvenes rechazados
México, a diferencia de muchos otros países, es un país de jóvenes. El promedio de edad de nuestro país es de 26 años, lo cual indica que la mayoría de la población se encuentra en la etapa de su vida en la que deberían estar estudiando, o bien trabajando. No obstante, uno de los principales problemas que adolece nuestro país es el de la falta de oportunidades que adolecen los jóvenes. Por una parte, la rigidez del mercado laboral hace poco menos que imposible que un joven sin experiencia laboral, como casi todos los jóvenes, pueda obtener un empleo bien pagado y con las prestaciones que exige la ley. Por otra parte, los jóvenes también se enfrentan al problema de la falta de oportunidades en materia de educación. México cuenta con una cobertura en educación superior del 26 por ciento, lo que representa un porcentaje muy bajo de acuerdo al tamaño de su economía y en función de que es mayoritariamente joven.En este nivel, el origen del problema se encuentra en la falta de espacios en las universidades públicas del sistema educativo nacional, tal como sucede en la UNAM, que es un fiel reflejo de lo que sucede en todas las universidades públicas del país: menos del 10 por ciento de los aspirantes logra ingresar a alguna licenciatura cada año; es decir, de 170 mil jóvenes que realizan los trámites correspondientes, en promedio, solamente 16 mil logran ingresar.Por lo anterior, se ha hablado reiteradamente en los últimos años del fenómeno de los “ninis”: que son jóvenes que no estudian y tampoco trabajan. Es claro que la condición de estos jóvenes no es porque ellos la hayan decidido, sino porque no tienen alternativas ni en el mercado laboral ni en el sistema educativo del país.En muchos casos, esta falta de oportunidades está haciendo que los jóvenes sean un blanco fácil para engrosar las filas del crimen organizado. Por ello, además de ser una cuestión de justicia y de equidad, resulta estratégico para el país comenzar a delinear soluciones reales a este problema que también es real. En el caso de Michoacán, para no variar, somos el estado, junto con Chiapas, que más jóvenes “ninis” tiene. Además, de acuerdo a un estudio de la Secretaría de Educación Pública y que recientemente un diario de circulación nacional dio a conocer, Michoacán una de las entidades del país que no cuenta con programas específicos para dar solución a la problemática que envuelve a la juventud que no tiene oportunidades en el mercado laboral y que tampoco las tiene en el sistema educativo. En el caso de la educación, ahí está el reciente caso de la UMSNH dónde año con año son rechazados alrededor de 2,500 aspirantes a la carrera de medicina, situación que deriva en conflictos sociales, tales como paros o huelgas en la universidad. Por si fuera poco, el conflicto que ha evitado la construcción del nuevo campus de la UMSNH aquí en Zamora es un factor que ahonda aún más la brecha de desigualdad precisamente en detrimento de quienes menos oportunidades tienen para cursar estudios superiores. En conclusión, no se puede continuar por la misma ruta. El problema de los jóvenes sin oportunidades de estudio o trabajo no se va a solucionar con la retórica de que sí se hacen cosas, de que sí hay programas para los jóvenes como algunos gobernantes lo hacen; ni tampoco con las mismas políticas que hasta el día de hoy se han llevado a cabo. Es necesario dar un giro de timón. Pensemos en nuevas alternativas para la juventud de Michoacán y del país ya que son los jóvenes de hoy los que construirán el mañana que tendremos. Debemos apostar fuerte, con decisión y sin titubeos a que la juventud cuente con oportunidades para superarse, pues no solamente son el futuro del país, sino también su presente.