Deuda de los estados
Como todos sabemos, el siguiente año será completamente electoral y los partidos políticos comienzan a implementar sus estrategias. En los últimos días hemos sido testigos de la burda “estrategia” que el PRI lleva a cabo que consiste en modificar el marco legal para que los estados reciban más recursos para ser gastados y derrochados a discrecionalidad, en opacidad y sin rendición de cuentas.Mientras abundaron los excedentes petroleros y mientras hubo margen para que los estados se endeudaran, los gobernadores priístas gastaron a diestra y siniestra. Sin embargo, ahora que ya no hay excedentes y que muchos de los estados se encuentran al borde de la quiebra, el priísmo reclama que la federación transfiera más dinero a las entidades pretendiendo que paguen justos por pecadores.Revisando las cifras, de 2000 a la fecha las transferencias de recursos federales a los estados han aumentado en 90 por ciento y entre 2000 y 2009 la bolsa transferida a las entidades fue de 7.2 billones de pesos, lo que equivale a 4.5 veces el valor del Plan Marshall, que entre 1948 y 1951 se transfirió a los países europeos devastados por la guerra para su reconstrucción. Sin embargo, a diferencia de los países europeos que utilizaron esos recursos para reconstruir toda su red de infraestructura, en nuestro país solamente el 10 por ciento de esos 7.2 billones de pesos fueron invertidos en obra pública por los estados. Lo demás lo gastaron principalmente en servicios personales lo cual se refleja en el crecimiento de las burocracias estatales. Cosa que no sorprende porque el priísmo tiene grabado en su genética esa manía por tener enormes, costosos e ineficientes aparatos burocráticos. Referencias históricas las hay, en el comienzo del sexenio de Luis Echeverría la burocracia federal alcanzaba los 600 mil empleados, mientras que al término del mismo alcanzó los 2.2 millones de empleados.Lo que pretende hacer el PRI es que todos los mexicanos paguemos por la ineptitud, la ineficacia y el agandalle de los gobernadores priístas, lo cual es una muy mala noticia. Ahí está el caso del ex Gobernador de Coahuila, ahora dirigente de ese partido, Humberto Moreira, que comenzó su sexenio con una deuda de 323 millones de pesos y lo concluyó con una de 32 mil millones.Lo que sí es una buena noticia que abona al bienestar del país es que la forma en que ha gastado el Gobierno Federal de 2000 a la fecha ha cambiado profundamente, lo cual ha permitido hacer un uso más eficiente de los recursos públicos. Por ejemplo, en el año 2000 el gasto programable del Gobierno Federal se componía por un 85 por ciento de gasto corriente y solamente un 15 por ciento de gasto en inversión. En contraste, en la actualidad esa composición de gasto ha cambiado, ahora el gasto corriente solamente representa el 75 por ciento, mientras que el gasto en inversión ya representa un 25 por ciento.Por si fuera poco, la composición del gasto corriente ha cambiado notoriamente con la finalidad de tener un impacto social más eficiente. El gasto corriente del gobierno federal se divide en cuatro grandes apartados: servicios personales, programas y subsidios, pensiones y gastos de operación. En el periodo de 2000 a 2011, el gasto corriente del gobierno federal se pasó de casi 1 billón a 1.5 billones de pesos actualizados. Sin embargo, la proporción que representaba en 2000 el gasto destinado a servicios personales era de 44.8% de todo el gasto corriente, es decir 422 mil millones de pesos y la proporción que representaba el gasto destinado a programas y subsidios, que es principalmente el gasto destinado a combatir la pobreza y la desigualdad, representaba el 5.2 por ciento, es decir 49 mil millones de pesos. Mientras que la proporción que representa en 2011 el gasto en servicios personales del gobierno federal es de 31 por ciento, es decir 484 mil millones de pesos; y la proporción que representa el gasto destinado a programas y subsidios en programas exitosos como Oportunidades, Seguro Popular, 70 y más, Fondo PYME y en algunos otros menos exitosos como PROCAMPO, alcanza el 22.7 por ciento, es decir 350 mil millones de pesos.La frialdad de las cifras demuestra un claro contraste en la forma de gobernar y hacer uso de los recursos públicos en México. Nuestro país no está para replicar la ineficacia y el derroche que provocaron personajes como Echeverría y López Portillo, que, tal como se deja ver, son el modelo a seguir de los dirigentes y gobernadores priístas que exigen más recursos para las entidades federativas a fin gastarlos en con discrecionalidad, en opacidad y sin rendición de cuentas.El compromiso del PRI con ejercicio transparente y eficiente de los recursos públicos en las entidades federativas es nulo, es el mismo que vimos la semana pasada cuando decidieron darle la espalda a los michoacanos al negarles la posibilidad saber más acerca del endeudamiento que tiene nuestro estado. En resumidas cuentas, es el mismo que tuvieron Echeverría y López Portillo cuando sumieron a México en la peor catástrofe financiera de la historia que nos costó más de una década para recuperarnos