INEGI, CONEVAL y la desesperanza/Julio Castellanos Ramírez
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, publicó recientemente el Censo Económico 2014, así como la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2014, ENIGH 2014. La verdad es que no son buenas noticias las que el INEGI reporta ya que los principales indicadores que dan cuenta del bienestar de las familias mexicanas presentan retrocesos en cada una de estas mediciones. Por ejemplo, en el Censo Económico se encuentra que el ingreso de los mexicanos en vez de mostrar un crecimiento, en los últimos 5 años ha sufrido un retroceso de alrededor del 6 por ciento. Es desalentador enterarse de este tipo de noticias cuando vemos, en contraste, que en países como Brasil el salario se ha incrementado casi en 70 por ciento en los últimos diez años.
Por otra parte, la ENIGH 2014, que mide el ingreso y el gasto de los hogares mexicanos, refleja con claridad lo que está sucediendo con el salario de los trabajadores mexicanos ya que registra una caída del 3.5 por ciento en los ingresos de los hogares mexicanos y un retroceso del 5.1 por ciento en el gasto de los mismos. Los indicadores de lo que está sucediendo a nivel micro en los hogares y en los bolsillos de cada uno de los mexicanos son muy preocupantes, además de que no se percibe claridad en las políticas del gobierno para afrontar esta situación.
No se puede pensar en el desarrollo de un país y en una sociedad justa y equitativa con noticias así. Por el contrario, estamos caminando por el sendero que nos lleva a más desigualdad e injusticia. Todo lo anterior es consistente con las cifras que el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social, CONEVAL, también dio a conocer recientemente: la pobreza en México ha crecido. Dos millones de mexicanos se han sumado a la condición de pobreza entre 2012 y 2014.
México no atraviesa por un buen momento, está cayendo en una crisis de la que le costará mucho tiempo recuperarse. La microeconomía de las familias se ha deteriorado sustancialmente, es decir, los mexicanos viven peor que antes. Por si no fuera poco, el consuelo que por tantos años tuvimos, una macroeconomía sana, también está a punto de acabarse. Antes decíamos que si bien era cierto que había pobreza y bajo ingreso en la economía de las familias mexicanas, también era cierto que a nivel macroeconómico teníamos las condiciones necesarias para resolver lo micro: estabilidad en las finanzas públicas, producción creciente y precios favorables del petróleo, devaluación controlada y un tipo de cambio estable. Hoy ya no tenemos esas condiciones a nivel macroeconómico, el déficit público ha crecido sustancialmente, las finanzas públicas locales están a punto de quiebra, el tipo de cambio se ha disparado y la fortaleza que nos daba la venta de petróleo se ha desvanecido.
Una generación de jóvenes que buscan empleo, formar una familia o potencializar sus habilidades y conocimientos está a la espera. Esa generación se encuentra en el limbo; sin acceso a educación, a seguridad social, a un empleo digno y bien remunerado. Esperando a que pase el tiempo.