Marcha inútil
La convocatoria realizada hace tres días para marchar desde Cuernavaca, Morelos, el próximo 5 de mayo y arribar el 8 de mayo a la ciudad de México, a semejanza de aquéllas que se realizaron hace unos años y que hicieron renacer la esperanza de un cambio en la situación de violencia que ya afectaba a diversos estados del país, pareciera que de nada habrá de servir. Lejos de que desaparecieran las notas sobre hechos criminales y luego de los deplorables acontecimientos de las semanas precedentes, esta semana se descubrieron casi 100 cadáveres en el estado de Durango, en por lo menos dos fosas que están relacionadas al crimen organizado.En rueda de prensa, vimos tanto a Javier Sicilia como a Alejandro Solalinde, a Eduardo Gallo y a Julián Lebaron. Este último es familiar de Benjamín Franklin Lebarón, líder antisecuestro acribillado en su comunidad chihuahuense que lleva el nombre de su apellido. Alejandro Solalinde es un sacerdote católico que dirige un albergue para asistir a migrantes centroamericanos en Ixtepec, Oaxaca, en su periplo hacia Estados Unidos. Gallo renunció recientemente a México Unido contra la Delincuencia, argumentando presuntos hechos de corrupción.Cada uno de estos personajes encabeza movimientos sociales que mucho tienen que ver con lo que nos tiene en total estado de hartazgo. Sin embargo, no vemos con claridad la utilidad de marchar, si las ocasiones anteriores no sirvieron para nada. Alguna vez fuimos convocados por María Elena Moreira y después por Alejandro Martí. Escuchamos fuerte y vigoroso el “si no pueden, renuncien”. Ningún servidor público se animó a levantar la mano y a ofrecer su dimisión ante ese llamado.Las palabras de todos estos activistas han sonado duro. Lebaron incluso ha ironizado con el concepto de “legalización del asesinato”, en referencia a los desbordados índices de criminalidad que no tienen para cuando acabar. Este grupo participó en el Palacio Legislativo de San Lázaro, en una de las sesiones de la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados y ahí –con tono bastante fuerte y enérgico- increparon a los legisladores sobre su ignorancia en la materia y su atrevimiento de querer aprobar una ley que nos colocaría en un auténtico “estado de sitio”, al conceder atribuciones especiales al poder ejecutivo para utilizar al ejército en funciones distintas para las que fue creado.Poco interés manifestaron los diputados ante las palabras de los activistas. A los ciudadanos nos queda claro que ése no es un tema que a ellos les preocupe. El propio presidente de la citada comisión abandonó el salón donde sesionaban para irse a otra reunión que le interesaba más. Probablemente ya esté viendo por su futuro inmediato, pues pronto habrá elecciones. Es predecible que a pesar de los valientes argumentos de Eduardo Gallo, la iniciativa sea aprobada. Ya estaremos sufriendo las consecuencias de esta nueva militarización, ya que lejos de sentirse segura, la sociedad se ha manifestado en contra de las vejaciones y excesos cometidos por efectivos militares en nombre de la seguridad.Retomando el asunto de la marcha, lo deseable es que sirva para algo útil. Sin embargo, la desesperanza pareciera vencernos ante la falta de resultados. El escepticismo es el gran ganador. Nadie cree que el gobierno esté ganando en esta guerra, ésa si verdaderamente inútil. Lo repetiremos hasta el hartazgo, le estamos haciendo el trabajo sucio a los norteamericanos. Ellos ni se despeinan y nos siguen mandando cantidades industriales de armas, para que sus florecientes empresas no decaigan. Con esos arsenales, lo que veremos serán más muertos, mientras que en el vecino país del norte, el consumo de estupefacientes se mantiene sin que a nadie se le moleste, ni con el pétalo de una flor de Cannabis sativa.