Aterrorizados u horrorizados/Efraín del Castillo
Por más que la inmensa mayoría de ciudadanos de este país clamamos por la paz, nada más no vemos para cuando. Ya hasta nos advirtieron que este “clima” de terror u horror va a durar por lo menos unos siete años más. Hemos visto en las últimas semanas hechos tan reprobables que nuestra capacidad de asombro no alcanza a agotarse. El asesinato múltiple en el estado de Morelos y ahora más recientemente, la masacre de más de cien personas en Tamaulipas que verdaderamente nos tiene impactados. ¿A dónde vamos a llegar? ¿Hasta cuando va a terminar esto? ¿Teníamos necesidad de vivir esta etapa tan difícil y complicada? ¿Para qué? ¿Cuál era el sentido?Hay quienes ya comparan esta guerra sin sentido con la matanza de Tlaltelolco y con el sismo de 1985, en el sentido de que jamás se sabrá el número exacto de muertos y desaparecidos y que muchos de ellos jamás serán encontrados por sus familiares y amigos. Se habla de cadáveres en estado de descomposición en los servicios forenses ante la falta de capacidad para practicarles las neurocirugías.Será guerra o no, porque inicialmente así la llamaron tanto Felipe Calderón como sus colaboradores y serán terroristas -como quieren equiparar los norteamericanos a los criminales organizados mexicanos- o no, pero lo cierto y en lo que no cabe duda es que los ciudadanos estamos horrorizados. Son varios los estados del país donde la incertidumbre es tan grande que la gente está prefiriendo migrar tanto a otros estados como al vecino país del norte. Ya se ha tocado el tema en este espacio. Quienes tienen la capacidad económica para hacerlo, no se han tocado el corazón para irse. Son familias enteras. Quienes no tienen esa posibilidad, han debido quedarse y exponerse a los riesgos que entraña una situación de la enorme gravedad que se está viviendo. No les gusta que hablemos así y ya hasta han diseñado su “iniciativa” específica para seguir induciendo hacia la percepción de un país color de rosa.Las palabras de Javier Sicilia reflejan la extrema gravedad de lo que pasa. Son las palabras de un padre indignado y refrescan lo dicho hace un par de años por Alejandro Martí, ante similares circunstancias. Ambos perdieron a sus hijos en hechos de violencia asociados a la guerra sin sentido. Son dos “garbanzos de a libra” que pueden tener acceso a los medios de comunicación y pueden alzar la voz para repudiar lo que pasa y que también le ha pasado a miles de familias que no tienen la manera de hacerse escuchar. Sus expresiones quedan grabadas en la mente de los ciudadanos y serán recordadas por años, pero de nada servirán si no se logra activar verdaderamente la participación de la ciudadanía. Se quedarían solamente en ejercicios de catarsis.Sobre el mismo tema, la semana pasada se abrió un nuevo punto de debate. Michael McCaul, presidente del Comité de Seguridad Interna del Congreso estadounidense planteó la propuesta de clasificar a seis cárteles mexicanos como grupos terroristas y darles el trato correspondiente. Incluso equiparó su comportamiento con el de Al Qaeda. De inmediato, el embajador mexicano Arturo Sarukhán se metió a la polémica y señaló que esas organizaciones se comportan más como empresas que como organizaciones terroristas. Pidió que se les llame “organizaciones criminales trasnacionales”. Ahora que los norteamericanos se han percatado que estas organizaciones ya están presentes en cientos de ciudades de ese país, han asumido una preocupación por todo lo que está por venir. Ya están poniendo sus barbas a remojar. Sean terroristas o no, lo cierto es que sus acciones provocan terror y pánico entre la gente y generan un enorme horror por las formas tan despiadadas como están masacrando a sus víctimas. “Ya no hay códigos” dijo alguien hace unos días. Efectivamente, ni códigos, ni valores están siendo respetados y eso agrava aún más las cosas.El embajador mexicano ante el gobierno de Barack Obama argumenta que los criminales organizados tienen como meta la de “maximizar sus ganancias”. Es decir, no tienen ideales políticos o religiosos. Los mueve únicamente la acumulación de capital. Su lógica es mercantilista. Llámense como se llamen, lo esencial es que para la realización de sus actividades, están agraviando a un país entero y empiezan a generar problemas en el vecino del norte. Aunque los empresarios del duopolio nos quieran manejar la idea de que no pasa nada, lo cierto es que si pasa y es de suma gravedad. No se si haya alguien que haya estado exento de padecer o conocer al menos a algún afectado, sea que haya perdido a un familiar, que le hayan secuestrado a un amigo, que lo hayan cateado violentamente, que lo hayan detenido por confusión, en fin, que directa o indirectamente haya sufrido los estragos de esta absurda guerra. El terror y el horror se sienten, se perciben, se padecen, duelen. No podemos hacernos como si no pasara nada y permanecer indiferentes ante el dolor ajeno y sólo reaccionar hasta que se vuelve propio.http://www.semanariolosperiodistas.mx/page31.html#Scene_1