Libre Expresión…
Corrupción…
“Si no peleas para acabar con la corrupción y podredumbre, acabarás formando parte de ella”… Joan Baez. (1941 – ?). Cantante estadounidense.
Transparencia, rendición de cuentas y el deber ser, son conceptos que reiteradamente he señalado como indispensables para un buen gobierno.
Sin embargo, la corrupción, la opacidad y el actuar con alevosía y ventaja, parecieran elementos inalienables a la administración pública de nuestro país. El cobro del diezmo a proveedores y prestadores de servicios es un padecimiento enquistado en prácticamente todos los niveles. Quien se dedique a la construcción, por ejemplo, sabe que de su utilidad debe participar a uno más funcionarios en turno, entonces hay que encarecer la obra para que alcance para todos, hacerla de menor calidad e incluso, reportarla como terminada aunque no la hayan hecho, sabedores de que no hay ley que los alcance, si los legisladores siguen teniendo la última palabra. Ellos saben negociarlo todo, taparlo todo.
Lamentablemente los ciudadanos somos parte del gravísimo problema, la mayoría prefieren pagar mordidas a cambio de servicios y los proveedores y contratistas, con tal de ganar licitaciones optan o se ven obligados a pagar el clásico diezmo, si no es que más. Por ello es común conocer a ex funcionarios de todos los colores y niveles que tras su paso por la administración pública, mejoraron de manera sorprendente e inexplicable sus condiciones de vida, sin que haya autoridad con el ánimo de investigar al respecto, como sí lo señala la ley.
Ante semejante realidad, me obligo a dar el beneficio de la duda, a que la actual administración estatal que encabeza Jesús Reyna se haya pronunciado por la transparencia y rendición de cuentas, a la par que presentó su Código de Ética. Vale tener presente que los conceptos “transparencia” y rendición de cuentas” se han convertido en un cliché de las últimas 2 administraciones, donde lo que realmente prevaleció fue la opacidad.
Esta vez, ya hay algunos indicios de querer hacer bien las cosas. Días pasados fueron cesados 2 funcionarios estatales a quienes se les investiga por presuntos actos irregulares.
Por lo pronto, para que el Código de Ética tenga algún impacto favorable, es indispensable reformar la “Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos del estado de Michoacán”, misma que actualmente resulta anacrónica, ambigua y con sanciones tan débiles, que parecen una invitación a los funcionarios a cometer ilícitos, resolver su futuro y en el peor de los casos, a cargar con un “apercibimiento, amonestación, suspensión, sanción económica y/o destitución del empleo”.
Dicha Ley data de 1984, por ello el propio ex gobernador Lázaro Cárdenas Batel, comprometió reformarla, actualizarla y ponerle dientes… Pero prefirió dejarlo en el olvido, incumplir su palabra. Lo mismo sucedió con Leonel Godoy Rangel, con el PRI, el PAN y el PRD…
La explicación es sencilla, en el gobierno o en la oposición, pero la mayoría de los que se dicen políticos encuentran la manera de vivir del erario público y entonces, ¿para qué actualizar una legislación que atentaría directamente contra ellos?
Por ello insisto en que la cereza del pastel es que cuanto antes, y especialmente porque es parte de los compromisos del “acuerdo por Michoacán”, el Ejecutivo estatal debería mandar en lo inmediato la iniciativa de reforma de dicha ley.
Y ya soñando un poco, tener una Auditoría Superior con mejores resultados y una Contraloría estatal que goce de autonomía, con preponderancia ciudadana, con capacidad de actuar más rápido y eficientemente. En fin se ha dado un paso, ya veremos si hay ánimo para corregir a fondo el tema corrupción.
Por lo pronto sigue pendiente la transparencia y rendición de cuentas con respecto al ejercicio fiscal del 2011. La semana pasada el contralor Roberto Coria informó que llevan 105 ex funcionarios y funcionarios sancionados por cometer actos irregulares, se supone que algunos son del gobierno godoyista. Lamentablemente sigue pendiente la lista de dichos personajes, que por mínima lógica, ya deben de publicitarse sus nombres para que no vayan a seguir haciendo de las suyas en la administración pública.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.