San Nicolás Obispo, una tenencia arropada por la tranquilidad
MORELIA, Mich., 22 de abril de 2015.- Poseedora de una inmensa riqueza histórica, arropada con la tranquilidad de sus calles y el gran sentido hospitalario de sus habitantes; celosos y aguerridos ciudadanos que defienden sus tradiciones e ideologías; así se aferra San Nicolás Obispo, una tenencia enclavada al poniente de la capital michoacana.
Tras librar un accidentado camino de asfalto, deteriorado en tramos por los estragos de las lluvias y el paso de pesadas unidades, se llega a este sitio, oculto tras un conjunto de verdes campos, algunos olvidados pero con el rastro de que en su momento fue espacio que albergó al alimento básico de su población: el maíz.
Apenas sale el sol, decenas de jóvenes y adultos ya están listos para iniciar una jornada más de trabajo y escuela, siempre puntuales en las esquinas a la espera del transporte público que es escaso y al que deben esperar por aproximadamente 20 minutos; esta rutina se repite en las tardes, principalmente con estudiantes, quienes abordan los camiones que los llevan a su destino aglomerados en las unidades soportando altas temperaturas.
Con más de 450 años de historia, sus pobladores se dicen orgullosos de esta tierra que por generaciones ha sido el hogar de miles de familias y que pese al paso de los años se mantiene en pie, digna y con vasta riqueza natural.
Sus calles no son aquellas que fueron en sus inicios; los caminos empedrados quedaron atrás para dar paso a las calles de concreto; el adobe de las viviendas 'colapsó' y en su lugar se erigió el tono rojizo de los ladrillos, al igual que las láminas y la madera, que antes servían de techo, fueron reemplazadas por el cemento.
Con 75 años de edad y toda una vida en esta tenencia, la señora Ramira Pérez Dimas aseguró que el progreso es evidente: "Ya ahorita va progresando el pueblo, antes era pura piedra; cuando yo estaba chiquita era puro lodo, llovía y era puro lodo y ya después fui viendo que pusieron unas calzadas de pura piedra; luego empezaron a poner drenaje".
Ahora disfrutan de agua potable entubada, pero años atrás esto representaba sudor, cansancio y horas de traslado de recipientes, pues debían recurrir a áreas donde brotaba el líquido: "Hay unos pozos allá arriba y acarreaba uno mucho agua, se iba uno temprano hasta antes de que saliera el sol y acarreaba uno mucha agua en unos cantaritos de barro y llenaba una tina o algo más".
Como muchos, la señora Ramira vive distanciada de algunos de sus hijos, quienes migraron a Estados Unidos en busca de un mejor porvenir; tres de ellos viven desde hace años en el vecino país del norte y gracias a ellos se ha dado el progreso de la zona.
Siempre solidarios y dispuestos a ayudar, los habitantes de esta tenencia agradecen el progreso que ha llegado a su tierra, su hogar; prueba de ello es un desayunador que gestionó un grupo de mujeres.
Sin importar edad, género ni condición, aquí se brinda alimento a cambio de una cuota simbólica de cuatro pesos: "Aquí es parejo, si viene usted, se le vende su desayuno, y si viene un niño se dos años, al mismo que se le vende, es parejo, hay veces que tenemos personas de la tercera edad que vienen a desayunar también, es el mismo costo", aseguró Ana María Rosas, encargada de este espacio con 40 años de servicio.
La historia se observa en cada rincón, en cada calle, cada persona que transita y se mezcla en momentos con un ligero aroma a leña quemada usada para la elaboración de los alimentos en algunos hogares que mantienen vivo el tradicional fogón que contrasta con los hogares de concreto y que da calor a las casas en época de frío.
El incomparable sabor de las tortillas de maíz hechas a mano, ytadiciobal de las tenencias y rancherías del estado, además del artoz, frijoles, nopales y demás insumos básicos de la alimentación de sus habitantes.
La tradición se hace presente principalmente cada fin de año, específicamente entre el 5 y 6 de diciembre, fecha en que el color invade las calles, plazas, hogares y con más fuerza en el recinto de su santo patrono, San Nicolás Obispo, en el que la fe que cobija cada vivienda y el templo, uno de los recintos más antiguos, reina entre fiesta y algarabía que se suma a la llegada de los hijos pródigos que se han ido lejos pero retornan al 'nido', aferrándose a sus raíces.
A decir de las hermanas Silvia, Luz María, Elisa y Lorena, no cambiarían por nada su hogar en esta zona, pacífica, serena, alejada del caos citadino y cerca de una atmósfera llena de paz, en la que se respira aire puro y que vive, pese a algunas carencias, muy rica en humildad y sencillez.