Segunda Vuelta Electoral Caso Perú/Arturo Alejandro Bribiesca Gil
En la primera parte de este artículo señalábamos que de 1990 a la fecha, en 6 de 7 elecciones presidenciales que se efectuaron en Perú, operó la figura de la segunda vuelta. Así mismo, hicimos un brevísimo análisis sobre las elecciones de los años 1990, 1995, 2000 y 2001, siendo esta última elección el escenario inmediato a la caída de Alberto Fujimori. Es momento de continuar con la excursión histórica.
Para el año 2006, nuevamente la figura de la segunda vuelta electoral cobró vigencia en la elección presidencial de ese país; la primera ronda electoral es ganada por el opositor Ollanta Humala, un militar de origen indígena e ideas de izquierda radicales, por demás populares. Al no haberse alcanzado la mayoría requerida, fue necesaria la segunda ronda de votación, la cual fue ganada por un maduro, y cínico, expresidente Alan García, quien logró remontar la ventaja por el miedo que surgió, y se instigó, entre los que se habían abstenido de votar y los que habían votado por opciones diversas a la de él, del posible arribo al poder de la versión peruana de Hugo Chávez. Tenemos aquí un ejemplo de la impredictibilidad en la aplicación de la figura en comento; sigo asombrado por el retorno al poder de Alan García, quien a través de un mea culpa, expió sus errores del pasado y convenció a los más de darle una segunda oportunidad. Parece que los electores consideraron que más vale malo por conocido…
Para las elecciones presidenciales del año 2011, un Ollanta Humala, moderado y públicamente distanciado del modelo venezolano, ganó una primera vuelta en contra de Keiko Fujimori, la hija del impresentable ex presidente Alberto Fujimori, quien a pesar del desprestigio mantenía una fuerte influencia en ciertos sectores sociales. Sectores marginados que daban más peso a la dadiva o apoyo recibido en el pasado, que a los probados casos de corrupción. Sin embargo, el rechazo al fujimorismo le valió a Ollanta Humala para poder vencer en la segunda vuelta a Keiko Fujimori. El comportamiento electoral basado en el rechazo y no en la elección positiva que 5 años antes le había costado la presidencia a Humala, ahora se la entregaba.
A mediados de este año (2016), nuevamente el fujimorismo, con Keiko al frente, disputó la presidencia del Perú, ganando por casi 20 puntos porcentuales en la primera ronda a su más cercano competidor, Pedro Pablo Kuczynski, sin embargo, al no alcanzar la mayoría requerida, fue necesaria una segunda vuelta. Kuczynski aprovechó el aun latente rechazo al fujimorismo y revirtió la holgada derrota que había sufrido en la primera vuelta, para alzarse con la victoria al aumentar su votación inicial en más del 150 %, haciéndose de la presidencia por poco menos de medio punto porcentual (50.12 % contra 49.88 %). Honor a quien honor merece, a pesar de lo cerrado de la votación y del contexto social e histórico, Keiko Fujimori aceptó con rapidez su derrota y felicitó al ganador. Difícil ver acciones de esa altura en la cultura política mexicana.
Concluyendo el periplo, insisto, tengo mis dudas sobre la utilización y aplicación de esta figura electoral. La experiencia peruana, que es bastante interesante, lejos de aclararlas me genera más. En fin, espero resulte didáctica la reflexión y permita generar una opinión con mayores fundamentos tanto para quienes estén a favor como en contra.