Promiscuidad
Se habla de normalidad democrática, declaración de principios, ideología y muchas cosas más que van de la mano de la modernidad, construcción de nuevos modelos y abatimiento de paradigmas.Todo eso se escucha bien, pero muchos de los actores políticos ven en cada contienda electoral un gran filón para explotar, se vuelven mercaderes que ofertan sus servicios al estilo de los más rancios mercenarios. Digo lo anterior porque leí que la maestra Elba Esther Gordillo, chucha cuerera en el sindicalismo más corrupto y antidemocrático, ha dicho que podría apoyar al Partido Acción Nacional en Michoacán, solo que para la contienda presidencial no escatimaría su respaldo a Enrique Peña Nieto del Partido Revolucionario Institucional, organización de la que fue echada.Tales son algunos paladines de la política mexicana tan devaluada por entes como la referida dirigente de los docentes, podríamos decir que se trata de una impúdica promiscuidad electoral que se traduce en un negocio rentable, por ello cada vez son más las voces que cuestionan a la partidocracia y sus consecuencias.Antes se ha vivido algo similar con el Partido verde Ecologista de México que ha sido aliado del PRI, del PAN y del PRD, la ideología se ha mandado al carajo, las posiciones inmediatas son las que valen. Todo ello ocurre porque se ha secuestrado la participación ciudadana.Para ser candidato se requiere tener dinero, por ello la plutocracia se adueña de estructuras partidistas y muchos de los participantes observan en las siglas solo a franquicias que aseguran los requisitos para buscar un espacio desde la representación popular que de esto último no tiene en muchos casos nada.Las coyunturas marcan la pauta política y no la planeación estratégica, regularmente todo lo que se hace u omite tiene una connotación electoral. En política electoral abundan los ocasionados, los que medran y explotan las circunstancias, con ello se resta corrección, dinamismo y limpieza.No creo que los viejos moldes maquiavélicos deban ser lo que rife o que tengamos que acudir a las anécdotas de aquel cacique posrevolucionario Gonzalo N. Santos quien dijo, por ejemplo, que la moral es un árbol que da moras o que no tenía enemigos porque ya los había matado a todos. Estamos en pleno siglo XXI, estamos inmersos en una transición que se detiene, se prolonga y se anuncia pero no llega. A la espera.Digamos que es necesario que la coherencia retorne porque de seguir como vamos los partidos políticos que, en teoría, son un instrumento de la sociedad, están copados por elites, por un círculo oligárquico excluyente.Si a ello agregamos los anuncios revestidos de oportunismo de Elba Esther Gordillo, la situación se antoja más caótica.