¿Pacto contra la violencia?
Hace unos pocos días, el Rector de la UNAM, José Narro, en el marco de la presentación de las propuestas emanadas de la Conferencia Internacional sobre Seguridad y Justicia en Democracia, hizo afirmaciones que nuevamente desataron la polémica y la crítica de quienes simpatizan con el modelo seguido por el gobierno calderonista que ya ha costado unas 40 mil víctimas mortales, calificadas eufemísticamente como “daños colaterales”.El Rector Narro señaló que se trata de hacer un ejercicio de participación de todos los actores para derrotar al crimen, a la violencia y a la injusticia. Habló de diseñar una política de Estado para atender este flagelo. Acotó que no se trata de protagonismos personales o institucionales, sino de anteponer el interés general del país.Casi al mismo tiempo, en Michoacán, el Secretario de Gobierno Rafael Melgoza hacía una propuesta tendiente a permitir la realización de elecciones en los municipios más afectados por las organizaciones delictivas. “El crimen organizado debe conciliar intereses con pueblos y comunidades no dañando a personas inocentes” fueron las afirmaciones del servidor público michoacano, mismas que desataron de inmediato una serie de reacciones. En consecuencia, panistas y priistas, en las voces de Germán Tena y Jaime Rodríguez López, respectivamente, hicieron duros señalamientos al gobierno de Leonel Godoy. Horas después, vino la inmediata precisión por parte del Gobierno Estatal. “En ningún momento se ha propuesto conciliar con el crimen organizado, sino por el contrario, en reiteradas ocasiones se ha manifestado que la delincuencia es un flagelo que lastima a la sociedad y por lo tanto que debe perseguirse y castigarse” rezaba en una de sus partes el boletín de prensa.¿Con quién se debería pactar? ¿Quiénes deberían pactar? ¿Cuáles son los términos de un pacto contra la violencia? ¿Quiénes deben suscribir el multicitado pacto? ¿Servirá para algo pactar? Son algunas de las muchas interrogantes que surgen. Además, no es nueva la propuesta, pues ya en alguna ocasión Elena Poniatowska y algunos intelectuales más se habían expresado en sentido similar. Se hablaba entonces de hacer una cruzada basada en la educación y la cultura, lo cual suena más sensato y lógico, sobre todo si se piensa que este fenómeno parece no tener un final cercano y debemos estar preparados para una etapa de larga o al menos mediana duración.En ese sentido y abonando a la discusión y análisis del tema, es de proponerse que se valoren con seriedad varios aspectos; por un lado y considerando que se actuó desde el principio del gobierno de FCH con más ímpetu que inteligencia, se sugiere que se reduzca la cantidad de efectivos militares y navales que están fuera de los cuarteles y cuya presencia y conducta ha desencadenado una serie de reclamos de la población civil; también es necesario que se acuerden con el gobierno norteamericano los mecanismos para evitar el tráfico de armas desde ese país, que se implementen acciones para reducir el consumo de estupefacientes en su territorio y que se bloqueen las cuentas bancarias de los criminales, pues todos esos aspectos son claves para que en México no se tenga éxito en esta lucha que está lacerando a la sociedad de forma injustificada.Nos queda claro que el gobierno calderonista le está haciendo el trabajo sucio al gobierno norteamericano y que la sociedad mexicana está poniendo la sangre y los muertos en una guerra que desde el principio, allá por el año 2006, ya se perfilaba como el intento de legitimar al nuevo régimen surgido del proceso electoral más cuestionado del que se tenga memoria. Un año y medio antes de concluir el período sexenal, sería muy sano que Felipe Calderón escuchara un poco las voces de miles de personas que de diversas maneras hemos expresado hartazgo con la situación prevalente. Mostrar sensatez y rectificar en las decisiones sería altamente loable para reducir efectivamente la violencia y sentar las bases para un futuro con certeza.