Agenda poco común
La propuesta de trabajar en torno a una agenda común lanzada por un grupo de empresarios michoacanos ha provocado ámpula a nivel nacional. El solo hecho de estar en el ánimo de la opinión pública ya tiene un cierto valor. Muchos piensan que se trata de un ensayo político para aplicarlo en las elecciones de otras entidades federativas, e incluso, en el proceso electoral federal del 2012. Otros dicen que se quiere acordar una agenda común para seguir controlando a los electores en forma inducida por los medios masivos de comunicación.Para el PRD queda claro que se trata de una maniobra de un grupo de empresarios para mantener las prerrogativas oligárquicas que disfrutan y por ello ha manifestado su oposición, no obstante que los líderes nacionales de los tres partidos políticos más representativos del país –incluido Jesús Zambrano- se habían reunido para evaluar la pertinencia o no de esta alternativa. Es que la propuesta no se circunscribe a una agenda, sino que va más allá en cuanto a que se buscaría tener un candidato de unidad de todos los partidos, para tratar de asegurar el desarrollo de Michoacán en el corto y mediano plazo, aludiendo a las difíciles condiciones que actualmente imperan en el estado, principalmente por la acción criminal.La gente desea seguir disfrutando del derecho constitucional e inalienable de votar y ser votado. Son pocos quienes desean que los gobernantes sean nombrados mediante el acuerdo de algunos muy pocos notables que se pongan de acuerdo con los dueños de los medios de producción. Cambiar el sistema político del país a conveniencia, como la inoperante monarquía fomentada en el pasado por los conservadores, que hasta la fecha persisten y gobiernan en diversos órdenes a su propio y otrora estilo. Es decir, la propuesta contraviene el espíritu democrático de nuestro marco legal y sólo sirve para desenmascarar algunas prácticas que todavía se siguen dando, a través de decisiones cupulares al interior de los partidos políticos.Desde luego, hay quienes piensan que si procediera esta propuesta, la economía podría ir mejor y con eso se beneficiarían no sólo los empresarios, sino también los trabajadores. El costo de un experimento de esta naturaleza podría salirle muy caro primero a Michoacán y posteriormente, al país. Para los promoventes pareciera no tener valor el aspecto ideológico y en su caso, lo subordinan a la cuestión de la seguridad de sus propios intereses económicos, ya que se asumen como la única voz autorizada de la “sociedad civil organizada”.Asimismo, es preocupante que los propios partidos políticos dejen un espacio a los grupos empresariales para que éstos sean quienes manifiesten una propuesta que por principio de cuentas, se sale del esquema que la ley contempla para la participación en los procesos electorales y por otra, sustenta posiciones ideológicas que se constituyen en ofertas alternativas ante la falta de creatividad de los institutos políticos registrados para responder a las expectativas de una sociedad cambiante, que aspira a propuestas novedosas pero viables.A nadie la resulta ajeno que el propio Felipe Calderón Hinojosa tiene un particular interés en el proceso electoral michoacano y se infiere que este esquema se corresponde con las aspiraciones de su hermana Luisa María para lograr el consenso mediante esta vía y asegurarse la gubernatura. Habría que ver en las próximas semanas si los candidatos que ya andan en campaña por los procesos internos están dispuestos a ceder en sus aspiraciones para declinar en los términos que plantean los empresarios agendistas. Sería una especie de sustitución de la democracia por un pragmatismo emergente para asegurar el control del estado por los calderonistas, además de que podría leerse también como un triunfo del crimen organizado sobre la sociedad, ya que demostraría la incapacidad del estado para enfrentarlo, la determinación de adecuarse a sus condiciones, la negación del régimen consagrado constitucionalmente y el paso de ahí al desmembramiento de la nación en un plazo muy corto.. En los hechos, significaría la mayor derrota política de Calderón.